Llegaba el Granada CF a Las Palmas con ganas de seguir una racha positiva, y así fue. Se enfrentaban dos equipos que buscaban tener el balón y proponer ideas, todo un duelo de altura. El conjunto nazarí entró mejor al partido buscando los espacios que tenían los canarios atrás, recuperaba en la sala de máquinas a la brújula del equipo, Ángel Montoro, y eso se notó muchísimo en el juego granadino. Pasados 20 minutos, el conjunto del ya ex-técnico Manolo Jiménez se sacudió la presión del Granada e igualó el nivel del partido que proponía el Granada y, antes del descanso, con algo de fortuna y muy posiblemente en fuera de juego, se adelantó por medio de Rubén Castro, pero si algo tiene este Granada de diferencia con respecto al del año pasado es saber resarcirse de los golpes en contra.

Al poco de salir del vestuario e iniciada la segunda parte, Adrián Ramos puso el empate en el marcador haciendo justicia a lo visto en el terreno de juego, y de paso reivindicándose ante las críticas generadas alrededor suyo. Con el paso de los minutos, el conjunto de Diego Martínez quiso arriesgar menos y ser algo más conservador sin perder su esencia de proponer buen juego, así se mostró con cambios como el de Vadillo por Nico Aguirre. Pero llegó el segundo gol de Las Palmas tras un error defensivo y tocaba remar de nuevo a contracorriente.

Dio entrada a Quini y Rodri por Álex Martínez y Fede Vico, y surtió tanto efecto que el Granada dispuso de un penalti para igualar la contienda, penalti que erró Puertas tras la parada de Raúl Fernández, pero como ya hemos mencionado antes, este Granada no se rinde, y siguió empujando hasta que en el 86 llegó el gol de otro de los que le tocó reivindicarse,  Rodri. Acabó el partido y el Granada se quedó con la sensación de que pudo sacar algo más del estadio Gran Canaria, y la afición se quedó con la sensación de que este año este equipo va a luchar todos los puntos en todos los partidos.