El Málaga CF afrontaba una nueva jornada de Liga este fin de semana con la sensación obligada de que debía conseguir los tres puntos ante el colista de la categoría, aunque siempre se debe mantener que en esta categoría no existe rival pequeño y que cualquier equipo puede obtener un resultado sorpresa. Después de dos jornadas consecutivas sin conseguir la victoria y donde las sensaciones no habían sido negativas respecto al juego desplegado, bien es cierto que no saber adaptarse a una polémica decisión arbitraria en El Sadar respecto a la expulsión del jugador Leschuk de unido a la falta de madurez del jugador senegalés N'Diaye, que acabó igualmente expulsado y sacó del partido al equipo blanquiazul en los últimos quince minutos, y en el caso de El Molinón el significado de intensidad y compromiso no se llevó a cabo hasta el final del partido (el sello que implanta Muñiz), en el que siempre se dice que hasta el último segundo se debe mantener en el campo la señal de un equipo… y en los últimos diez segundos de encuentro de forma incomprensible se dejó empatar.

A todos el mundo le ocurre, cuando se está en una mala racha o no se consigue aquello que se desea, uno vuelve "a su hogar" y recuerda sus orígenes, se hace fuerte y se plantea cómo actuar. Esto mismo se pudo observar el pasado sábado en el Estadio de La Rosaleda con el equipo local. Después de quince días el equipo volvía a su estadio, sobre el terreno de juego que conoce perfectamente, alentado por su público…. estaba en su casa. Con ello, y con el antecedente de la pasada jornada de que aún contando el equipo con jugadores de segunda línea respecto a los habituales sabe competir ante sus rivales, se vio a un conjunto cuya principal novedad en el once inicial fue Renato y posteriormente debutó durante el transcurso del partido Haksabanovic. Y aquí todos los jugadores rinden… El 1-0 llegó tras un centro magistral de Renato que Koné no desaprovechó con un buen cabezazo y en el caso del montenegrino se estrenó en la segunda parte con buenas sensaciones sobre el terreno de juego. Los blanquiazules no necesitaron más que engrasar la maquinaría, meter el gol y automáticamente mantener la posesión del esférico y anular cualquier sensación de peligro por parte del equipo visitante. Con un 71% de posesión, el control fue demoledor por parte del equipo local y respecto a las críticas que pueda recibir el Málaga CF por el estilo de juego del entrenador cuando gana por la mínima pudiendo provocar que cualquier llegada del rival pueda significar el empate, deben olvidarse. Esta es la identidad del técnico asturiano, se trata de ser el ganador del partido, el que marque más goles durante la disputa del duelo.

Como dijo Adrián en zona mixta una vez que finalizó el partido: "Habíamos salido con la intención de lograr el segundo gol en la segunda parte, pero es verdad que ellos se habían metido un poco atrás y hemos sido nosotros los que nos hemos apurado y hemos cometido errores a los que no nos obligaba su situación en el campo." Si el equipo contrario no va hacia el área aún perdiendo de forma provisional, ¿por qué hacerlo si puede implicar riesgos?

Se vio una situación muy curiosa en La Rosaleda, y fue la actitud de un equipo visitante que aún estando detrás en el marcador en el transcurso de su juego, no presionaba en zona media alta, en los balones parados a su favor "tomaban su tiempo" para sacar el esférico. El objetivo parecía claro, llegar a los minutos finales del partido con derrota mínima para tener alguna opción de lograr el empate por alguna jugada aislada en ataque. Si bien es cierto que el Gimnástic se trataba de un equipo limitado y del que se pudo justificar, al menos en este partido, porqué ocupa las posiciones de descenso en Segunda División, el Málaga CF da una sensación de seguridad, rigor y control del partido. La conclusión de todos es que se había conseguido la victoria de forma plácida, sin presión del rival y con contundencia en cuanto a las sensaciones ofrecidas en el partido.

Debe hacerse mención de forma especial, a tres jugadores por lo visto durante la temporada: el guardameta Kieszek, no por lo mostrado con varias paradas, sino porque cuando sustituye a Munir por los compromisos internacionales del marroquí el equipo no se muestra inseguro, y el aficionado ni recuerda que actúa el portero suplente. Por otro lado Javier Ontiveros, ese jugador que si sigue con esa disciplina, centrado y dando todo de sí, será clave para el ascenso, el sábado logró la expulsión del jugador visitante Tete. Por último, y no por ello el menos bueno, Blanco Leschuk, que sigue ofreciendo un recital de juego digno de mención (juego por alto, por bajo, asistiendo a goles y rematador). Lo que se dice  vulgarmente… un "todo en uno": espectacular su rendimiento.

Y todo lo comentado anteriormente viéndose nuevamente sobre La Rosaleda que hace que el equipo esté a un punto del liderato…

Bendito hogar, dulce hogar…..