Rubén Baraja ha sido otro de los damnificados que se han cobrado los típicos bailes de entrenadores durante la competición doméstica. Tras más de 40 encuentros dirigiendo al Sporting de Gijón, la derrota en el 'nuesu derbi' en el Carlos Tartiere por dos goles a uno, ha sido la gota que ha colmado el vaso para destituir al técnico vallisoletano, casi un año después de que ocupara el banquillo de El Molinón-Enrique Castro Quini para tratar de revertir la mala dinámica del equipo asturiano.

Rubén Baraja no se sentará más en el banquillo rojiblanco

La pasada campaña fue de ensueño para los aficionados del equipo rojiblanco, que tras la llegada de Baraja, mejoraron sus resultados, hasta quedarse a las puertas de regresar a Primera División. Con el ascenso en la palma de la mano, los de Gijón no fueron capaces de vencer en los últimos partidos, dando la posibilidad a Rayo Vallecano y Huesca de instalarse en la categoría de oro del fútbol español sin pasar por playoffs. Precisamente en estas eliminatorias se acabó el sueño de los asturianos, que cayeron ante un imparable Valladolid.

El técnico, tras perder piezas clave, ha vuelto a revivir la pesadilla que pasó en Vallecas, a donde llegó en sustitución de Sandoval el siete de noviembre de 2016. En el equipo de la franja dirigió al conjunto durante 13 partidos, consiguiendo únicamente tres victorias, cayendo derrotado en seis ocasiones y empatando cuatro encuentros, unos registros que hicieron al conjunto madrileño quedarse en las posiciones de descenso, de donde les rescató Míchel, el actual técnico.

Rubén Baraja durante una rueda de prensa | Fotografía: María Olmo
Rubén Baraja durante una rueda de prensa | Fotografía: María Olmo

En la ciudad asturiana la situación se estaba volviendo insostenible, a pesar de la confianza que mostraba la dirección del equipo en el técnico vallisoletano. El equipo pasará a otra nueva etapa, que ya tiene nuevo entrenador. Cogerá los mandos el que hasta ahora ha sido el encargado de dirigir al filial, José Alberto López, que transmite ilusión y optimismo a la parroquia que acude cada semana a El Molinón-Enrique Castro Quini.