El Málaga venció al Nàstic de Tarragona por dos goles a cero. Aparte de las consecuencias obvias respecto al a clasificación en liga (tres puntos, enganche al liderato...), se confirma un dato muy importante para un equipo ganador: La Rosaleda es un fortín.

La temporada comenzó con todo de cara para los de Muñiz: una victoria fuera de casa frente al Lugo dio alas al malaguismo para el inicio de la campaña. El primer partido de la temporada, fuera de casa, suele antojarse complicado, pues el conjunto local sale reforzado por las ganas que otorgan una nueva temporada y un encuentro frente a su afición.

Los de Martiricos supieron sobreponerse a ello y realizaron una declaración de intenciones. Dos semanas más tarde, esta historia se repite en el derbi andaluz contra el Almería, fuera de casa. Una nueva victoria del Málaga hacía que a los fans se les cayera la baba con su equipo, pero pronto llegaría la realidad.

Y esta es que los de Muñiz tienen problemas para vencer como visitantes. En La Rosaleda, los partidos siempre caen en favor del conjunto costasoleño: pleno de victorias. Esto se dice pronto, pero la estadística es fruto de un trabajo de pegada y fidelidad a la marca "Muñiz".

En ocasiones, ha habido dudas. Rayo Majadahonda o Nàstic, por ejemplo, han puesto en aprietos al Málaga a pesar de ser equipos supuestamente inferiores. Aun así, el míster se mantuvo fiel a su estilo conservador y consiguió sacar los partidos adelante, sin que cundiera el desorden por el nerviosismo.

Este sentimiento desaparece en casa, donde parece ser que la pegada de los jugadores aumenta enormemente y los encuentros, de uno u otro modo, acaban siendo de los locales. La Rosaleda, a estas alturas de Segunda División, es un fortín, con siete victorias, cero empates y ninguna derrota.

Fuera de casa, las inseguridades afloran junto a la confianza del contrincante. El primer golpe contra la realidad fue en las Islas Canarias. Las Palmas estaba, en ese momento, luchando con el Málaga por el liderato de la liga: era un rival directo. El envite fue de los canarios, por la mínima, pero acabaron con la imbatibilidad malaguista.

El siguiente encuentro como visitantes se utilizó para intentar volver a la senda del triunfo: el empate frente al Deportivo de A Coruña valió, pues se trata de un rival directo que desaprovecha su oportunidad de vencer al Málaga en casa. Así, los de Muñiz muestran coraje de volver a ser vitales fuera de su estadio, pero el Elche les devuelve a la casilla inicial.

Y es que el Málaga perdió por dos goles a cero frente a los alicantinos. El Elche está bastante más abajo que los de Muñiz en la clasificación, y se esperaba, al menos, sacar un punto. En el siguiente encuentro lejos de La Rosaleda, en Pamplona, los fantasmas de los nervios como visitantes volvieron a aterrar al equipo malaguista.

El Osasuna sí está en la mitad de arriba de la tabla, pero el Málaga necesitaba de una victoria contra ellos para alejar a los equipos que acechan la zona de ascenso. Los pamploneses acababan con los malacitanos en un bronco encuentro que sirvió a los locales para engancharse a la zona alta de la clasificación.

Todo este análisis negativo cae en cuanto el club vuelve a jugar en La Rosaleda. Los fantasmas desaparecen y la sensación de nerviosismo se disipa. Las derrotas no esperadas no existen. La situación es completamente distinta: incluso los partidos más complicados se consiguen controlar y encaminar hacia la victoria.

Son dos asignaturas básicas en el fútbol: los partidos fuera de casa, y los partidos en casa. El Málaga tiene un diez en la segunda; en la primera, le falta confianza y, quizá, más calma para conseguir ese plus que les catapultaría hacia el liderato permanente. Esto son solo posibilidades, pero lo que sí es seguro es que La Rosaleda es un verdadero fortín.