Luka Modric ya es de oro. Así lo confirmó ayer la entrega de este prestigioso trofeo individual que ofrece la revista francesa France Football. Aunque hace unos días ya se adelantó la más que probable victoria del mediocentro balcánico, faltaba la 'protocolización' del premio. Merecido para muchos, injusto para otros, el fantástico y talentoso futbolista croata ya ha entrado en la historia de este deporte.

Así, también ha concedido la tradicional entrevista personal y profesional que la publicación gala saca cada año tras dar el Balón de Oro. Un Modric ya en boca de todo el mundo del fútbol se ha mostrado humilde y cercano, sin perder esa sonrisa característica suya que tras este reconocimiento individual es aún más duradera. Su infancia estuvo llena de dificultades, pero hoy ya es un hombre de oro.

Del pastoreo y la guerra al Real Madrid

Natural de Zadar, Luka Modric tuvo unos complicados años cuando apenas era un niño que pegaba patadas al balón en esta ciudad croata, sumida en guerra contra los serbios. Ellos asesinaron a su abuelo, pero no impidieron que el hoy futbolista del equipo madridista creciese en el seno de una familia humilde dedicada al pastoreo.

Porque a 'Lukita' le tocó huir de casa, vivir en hoteles durante un tiempo y comenzar a buscarse una vida más tranquila. Eso sí, siempre con una pelota bajo los pies. De la vara y el monte croata al cielo deportivo después de pasar por Bosnia, Zeprenic, Zagreb, Londres y, por último, el club que se lo ha dado todo: el Real Madrid. 

Comenzó a jugar en el club de Zadar, quiso crecer en el Hadjuk Split, aunque no pudo cuando lo deseaba. Su primer entrenador, Tomislav Basic, fue su guía durante su corta trayectoria en tierras balcánicas. Después, se marcó como meta superar a la leyenda croata Boban Zvonimir. El futbolista líder de los años noventa en la selección de Croacia fue su "fuente de inspiración". Incluso entabló amistad con él cuando fichó por el Tottenham inglés. 

"Un día me mandó un mensaje y pensé que era una broma. Pero llamé al número. Era él, la conversación que tuvimos me ayudó mucho psicológicamente. Venía de una persona a la que admiraba y me impresionó por su simplicidad", recuerda Modric.

Su físico le frenó puertas pero no éxitos

Cuando el genio de los Balcanes puso rumbo a la Premier League tras ocho años en el Dinamo de Zagreb y unas cuantas cesiones, también se topó después con otro rechazo: el de Wenger para jugar en el Arsenal. Debido a su físico, algunos no creían en su capacidad para brillar en un fútbol inglés de tanta potencia corporal. Sin embargo, a Modric ese aspecto no le preocupaba ni le preocupa ahora:

"No me siento inferior a los otros desde un punto de vista atlético. Soy más fuerte de lo que se imaginan. No tengo miedo ni a los duelos ni a la talla de mis adversarios"

Terminó convirtiéndose en vital para el conjunto londinense y de ahí su fichaje en 2012 por el Real Madrid. Un club blanco que le ha permitido llegar al cielo de su carrera deportiva. Incluso desde hace unos años le comenzaron a comparar con Johan Cruyff, algo que para el croata es "un inmenso honor".

Además, llevó el dorsal 14 en el Tottenham y la selección por el mítico ex futbolista holandés, según reconoce el propio Luka. Su exitosa carrera se ha completado con este Balón de Oro 2018, ganando en la era de dos extraterrestres como Messi y Cristiano. "En la historia quedará esto, pero nadie tiene derecho a compararse con ellos. Son los mejores, no se ha acabado esto para ellos", cree el pequeño croata.

Un futbolista normal y con una sencilla vida

En el plano más personal, Luka Modric se define a sí mismo como un chico que disfruta de una sencilla vida: "Me comporto como una persona normal. Vemos películas en casa, escucho reggaeton pero, sobre todo, música tradicional croata. También voy a los restaurantes. Tengo la particularidad de poder comer todo lo que quiera sin engordar, es genético. Con mi mujer nos gusta abrir una botella de vino de vez en cuando".

También en la era digital, al genio croata le gusta más la tradicional vida en familia, ya que solo usa las redes sociales "cuando hay cosas importantes del fútbol, un partido grande o un título". El resto de su día a día es tan normal como llevar a sus hijos al colegio, ir a entrenar, comer en Valdebebas, descansar y jugar con sus pequeños en casa. Nada del otro mundo, como se suele decir. Porque Luka Modric es así de natural, así de auténtico y así de genio. Ahora, también teñido de dorado.