Volvía el Terrassa al Olímpic después de conseguir sumar los tres puntos en casa del Ascó hace unos días. Había bajas, sobre todo, en defensa, y más de uno estaba ya pensando en la cantidad de Turrón que iba a comer. Pero, a pesar de eso, el equipo de Cristian García cuajó, posiblemente, uno de los mejores partidos de la temporada. Una victoria que aupaba a los egarenses hasta la cuarta posición.

El partido empezó con la característica intensidad con la que suelen empezar todos los partidos en el Olímpic. Tanto es así, que en cuestión de unos setenta y largos segundos, Coro conseguía hacer el primero aprovechando un servicio de Nils Puchades desde la izquierda, rematando con la testa un balón que sirvió para batir a Cordero por alto.

Era el uno a cero, y no había pasado ni dos minutos de partido. Y es que, a pesar de eso, el ritmo no bajó. Los pupilos de Cristian García no soltaron el acelerador, prácticamente, en ningún momento de la primera mitad. La Pobla de Mafumet se veía superada en ocasiones de manera abrumadora, donde en ocasiones, podían pasar minutos sin tocar el balón.

El Terrassa dominaba, y dominaba, y dominaba bien, además. Hasta dos ocasiones contabilizadas en las botas del goleador Sergi Arranz en los quince siguientes minutos de juego. Poco más tarde, Àlex Fernández lo intentaba con un chut que no acabó de ver puerta. Ya en los minutos finales de la primera mitad, el filial del Nàstic buscó la réplica con un par de tímidas ocasiones, pero José Ortega se mantuvo en todo momento atento.

Aluvión de juego, y ocasiones

La segunda mitad daría comienzo así, entre un aluvión de ocasiones y juego. El Terrassa, con la melena ya al aire, buscó de forma reiterada ampliar su renta con el segundo de los tantos. Era una continua llegada al área defendida por Cordero. Tanto Sergi Arranz, como Daisuke, como Coro lo intentaron de todas las formas posibles: de cabeza, con la pierna, al poste, incluso. Pero parecía que no había manera, y que al equipo egarense lo volvería sufrir hasta el final uno jornada más.

Pero, justamente en ese momento, sin buscarlo en exceso, llegó el tanto obra del japonés Daisuke, que recogiendo un balón suelto dentro del área, batía por bajo al guardameta visitante ante su salida. Daisuke lo celebró mirando al cielo y con los brazos abiertos, como agradeciendo ya la llegada de ese segundo gol de la tranquilidad.

A partir de ahí, el partido, con ya todo prácticamente resuelto, bajó el ritmo y bajó la intensidad. Finalmente, tres puntos de oro para un Terrassa que aprovecha los pinchazos del resto de equipos de la zona noble de la clasificación para conseguir entrar en posiciones que dan derecho a jugar la liguilla por el ascenso a Segunda División B.