El FC Barcelona no se quedaba sin marcar en partido oficial desde la debacle del pasado mayo en Roma. Con condiciones muy diferentes a las de entonces, medio año más tarde el gol se le ha vuelto a atragantar al conjunto de Ernesto Valverde, esta vez en un enardecido Sánchez Pizjuán que ha presenciado la victoria de su Sevilla. El encuentro que para muchos podía reconfortarse en una revancha de la pasada final del torneo del KO, se saldó con victoria de conjunto hispalense, que con el dos a cero en el electrónico tiene ya medio pie en las semifinales de una de sus competiciones fetiche.

El escenario se presentaba completamente antagónico respecto a estos dos precedentes, pues faltaba alguien sobre el terreno de juego. Leo Messi, repleto de ansias por regresar a su verdadero trono, el césped, vivió la ida de los cuartos de final desde casa, y el Barça se quedó sin su centinela por segundo partido consecutivo. En su lugar, Ernesto Valverde optaba por situar una auténtica mezcolanza de nombres en su pizarra. Otros protagonistas habituales del elenco culé se quedaban fuera de una función que presentaba una vestimenta muy poco habitual, por no decir inédita.

El recién llegado Kevin Prince Boateng cumpliría el dicho de "llegar y besar el santo", supliendo tan solo cuarenta y ocho horas después de pisar la Península, al indiscutible protagonista de la delantera azulgrana, un Luis Suárez al que acompañarían en las bambalinas Coutinho y Jordi Alba, dispuestos a echar un cable en cuanto hiciese falta.

El Barça saltó al Sánchez Pizjuán con un once inédito. FOTO: José Maria Colomo
El Barça saltó al Sánchez Pizjuán con un once inédito. FOTO: José Maria Colomo

Saltó el experimento culé al anfiteatro hispalense dispuesto a combatir a un Sevilla en horas bajas, pero aupado desde el inicio por las temibles gradas del Pizjuán. Avisados por el anterior episodio copero ante el Levante, los pupilos de Ernesto Valverde saltaron al campo más precavidos que nunca, sin correr riesgos en la que se preveía una auténtica plaza de toros. Los locales tardaron en contagiarse de los coros de su afición, en un inicio de encuentro atosigado, en el que la atención se concentraba en las tímidas presiones de Kevin Prince Boateng a la zaga sevillista. Los primeros minutos dejaron también marca en Nelson Semedo, que a pierna cambiada no encontraba su hueco ante la velocidad de Jesús Navas.

No llegaba el espectáculo, así que lo tuvo que hacer la polémica. En el minuto 25, una consulta equívoca del colegiado del encuentro, un permisivo Del Cerro Grande, propiciaba el enfado de las gradas de Nervión. En primera instancia un contacto de Arturo Vidal con el balón fue visto como una pena máxima, que no acabó concediendo tras consultar con el videoarbitraje. Diez minutos más tarde llegaba la primera intentona hispalense de los pies de Ben Yedder, que tras sendos recortes, mandaba el balón desviado de la meta de Jasper Cillessen. La réplica, aún más clara,la tuvo Malcom Silva, que no pudo aprovechar un recorte ante el guardameta local a puerta vacía. Otra llegada del punta sevillista, esta vez bloqueada excepcionalmente por el portero culé, ponía fin a una primera parte que se animó en su tramo final, con un Sevilla más incisivo que su rival.

Tras los retoques del descanso, el conjunto de Pablo Machín salió al terreno de juego con las mismas sensaciones de los últimos minutos del primer tiempo, e incluso con más garra. Apretó el Sevilla arriba, y gracias a la velocidad de sus bandas ocupadas por Jesús Navas y Quincy Promes, encontró más huecos que nunca para llegar a la meta rival. Avisó Navas con un centro que no pudo aprovechar con certeza Amadou, pero quien hizo sonar las alarmas fue el holandés. Desde la izquierda, el extremo propició una asistencia a Pablo Sarabia que en el minuto 57 batía con una volea a Jasper Cillessen. Avisó el Sevilla y lo pagó el conjunto azulgrana, que volvía a ver cuesta arriba el choque de ida de la eliminatoria. Lo vio claro Ernesto Valverde desde el banquillo y no tardó en sacar la artillería pesada. Luis Suárez y Coutinho fueron la reacción al primer tanto hispalense. Nada más entrar, la garra del charrúa permitía robar un balón en el área rival que desperdició el brasileño, dando los primeros síntomas de remontada ante un Sevilla que esperó para salir al contraataque.

El Sevilla, mucho más intenso que el Barcelona tras el descanso. FOTO: José Maria Colomo
El Sevilla, mucho más intenso que el Barcelona tras el descanso. FOTO: José Maria Colomo

Así fue. De un error de Philippe Coutinho en la medular llegaba la sentencia final. Un contraataque letal de los hispalenses terminaría en un disparo desviado de Pablo Sarabia, que cazaría sobre la línea de gol un oportunista Ben Yedder. Quedaba un cuarto de hora, pero el gol se convertía en un auténtico espejismo para el cuadro culé, que ante la incesante intensidad de los de Pablo Machín, claudicaba. Salió el Barça del Sánchez Pizjuán con un resultado adverso que se prevé un auténtico hito para los azulgrana. Sin Messi, sin goles pero... ¿Con remontada? El Camp Nou dictará sentencia.