Volvía la Copa del Rey al Santiago Bernabéu, y con ella el buen juego que la afición blanca llevaba reclamando durante toda la temporada. 

El Madrid demostró orgullo sobre el terreno de juego, y fue muy superior a un Girona que comenzó el partido adelantándose en el marcador, y que consiguió empatar en la segunda parte cuando los merengues ganaban 2-1. 

Parte de la mejoría del equipo está centrada en el liderazgo de Sergio Ramos y la explosión de Vinicius. 

El capitán blanco se ha echado el equipo a las espaldas y está exhibiendo un gran nivel en el aspecto defensivo y organizativo del juego. Aparte de dejar detalles de calidad, como su tradicional lanzamiento de panenka. 

Por otra parte, Vinicius está siendo el que está contagiando de ilusión a la grada del Santiago Bernabéu. Después de un comienzo de temporada irregular, se ha consolidado en el once. Ante el Girona fue el principal referente en ataque junto a Karim Benzema. La asociación entre ambos fue letal para el conjunto catalán. 

Cambio de mentalidad

Uno de los factores más claros que dejó el encuentro fue el cambio de chip de los jugadores blancos. El Madrid encajó dos tantos en momentos críticos. El primero al comienzo del encuentro, y el segundo después de un error de concentración cuando mejor estaba jugando. 

A pesar de esto, el equipo no se arrugó, y demostró garra para remontar el resultado y traducir la superioridad en el marcador, algo que en partidos similares esta temporada no ha sucedido. 

Falta la respuesta de la afición

Con la mejoría del equipo, falta que las gradas del Santiago Bernabéu vuelvan a poblarse de nuevo. El estadio registró 55.000 espectadores.

La ilusión por el Real Madrid parece que ha vuelto, tanto en el campo como en el sentir de la afición blanca.