Uno de los dichos más repetidos desde siempre es el mítico de que “Los sueños se cumplen”. En mayor o menor medida, es cierta la capacidad de las personas de, tras perseguir un objetivo con verdadera pasión, lograr alcanzarlo por uno mismo. Pero, como bien coinciden todos, lo mejor no es solamente el llegar a él, sino el camino realizado para conseguirlo. La sensación, inigualable. La satisfacción, incontestable. Y esto es justamente lo que tiene que estar sintiendo y viviendo en su propia persona Miguel Morro.

El guardameta madrileño de tan solo 18 años de edad, sigue viviendo su propio sueño. Tras una gran temporada y haberse ganado la confianza de Míchel en poco tiempo, tras los entrenamientos realizados en pretemporada con el primer equipo, el rayista renovó su contrato, que le mantendrá en propiedad del conjunto franjirrojo hasta 2023, donde actualmente alterna su vida como portero del Juvenil A, para no perder ritmo de competición, con la de tercer portero del Rayo Vallecano. En la primera plantilla, es un miembro muy querido del grupo, habiendo sido acogido como pupilo de Alberto García y Dimitrievski, los cuales le guían en las sesiones, dándole consejos para favorecer su crecimiento a nivel profesional.

Un portero de garantías, de grandes reflejos y enorme envergadura, gracias a su 1,95 de altura; destaca en el juego aéreo y en la seguridad mostrada bajo los palos a pesar de su temprana edad.

Sin duda, un gran movimiento del Rayo Vallecano, que ata de esta manera a uno de los porteros con mayor proyección en el panorama nacional. Habitual en las convocatorias de la selección nacional sub-19 a las órdenes de Santi Denia, se trata sin duda de un guardameta de futuro que ve recompensado todo su esfuerzo con seguir formando parte del club de su vida.