Después de haberse enfrentado al Real Madrid Club de Fútbol en el Camp Nou, con motivo del partido de ida de las semifinales de la Copa del Rey, el Fútbol Club Barcelona se topaba con otro reto en el que los de Santiago Hernán Solari, en conjunto, asumían el rol de incordio. Los de Ernesto Valverde, que firmaban un empate en el duelo copero ante su máximo rival, afrontaban el partido correspondiente a la jornada 23 de LaLiga Santander visitando San Mamés, un estadio que siempre resulta ser un escollo y en el que el que fuera técnico del Athletic Club de Bilbao, Ernesto Valverde, se halla como en casa. Después de que los blancos consiguieran la victoria en el derbi madrileño e impusieran autoridad ante el Club Atlético de Madrid en el Wanda Metropolitano, echando su firme candidatura al título, los azulgranas se veían obligados a conseguir los tres puntos de cara a seguir manteniendo la distancia que les separaba de sus rivales más perseguidores.

Ante el intento, el riesgo y la inseguridad pasaron factura. Los de Ernesto Valverde, que llegaban con el desgaste que supuso el empate conseguido en el duelo copero disputado ante el Real Madrid Club de Fútbol, saltaban al césped con la mente puesta en llevarse la victoria, pero no tuvieron en cuenta que ante la necesidad de sumar de los de Gaizka Garitano, se toparían con un muro y un duelo de necesidades, en el que Leo Messi volvería a asumir el rol de esperanza blaugrana, pero de forma muy mermada después de que se resintiera de unas molestias que salieron a la luz ante el Valencia Club de Fútbol.

Con la alta exigencia que se denotaba en el feudo azulgrana de cara a seguir consolidando el liderato, la presión metida por los rivales más perseguidores y el desgaste que comienza a reflotar con los partidos más importantes fijados en el calendario, el Fútbol Club Barcelona saltaba al césped del feudo de los rojiblancos con la obligación, que en todo momento, marcó el ritmo del partido.

Una primera parte sin fútbol

Después de escuchar el pitido inicial, comenzaba a denotarse el desorden de ideas en el Fútbol Club Barcelona. Los de Ernesto Valverde comenzaban el partido sucumbiendo ante un Athletic Club de Bilbao que comenzaba presionando alto en las salidas de balón, a sabiendas de que ocupando el puesto 13, necesitaba sumar para seguir avanzando en la tabla clasificatoria.

Ante la ausencia de Jordi Alba en la convocatoria, que se quedaba en Barcelona por acumulación de tarjetas, el técnico cacereño tuvo que reaccionar, pero lo hizo dejando algo de incertidumbre, descartando a Juan Miranda, el lateral izquierdo del filial azulgrana, y poniendo en la banda izquierda a un Nélson Semedo que supo sacar hacia adelante su papel, a pesar de no encontrarse muy cómodo, teniendo en cuenta que su lugar de acción es la banda derecha. El lateral portugués, que se vio mermado ante la continua presión ejercida por el capitán del conjunto rival, Markel Susaeta, tuvo que medir los tiempos y evitar algunos contragolpes ejecutados por Iker Muniain e Iñaki Williams, incordios personificados en el terreno de juego.

A pesar de no encontrar el control total del esférico, los de Ernesto Valverde comenzaban jugando con destellos de fútbol a partir del minuto 6, cuando Philippe Coutinho conectaba con Sergi Roberto, que progresaba por la banda derecha y creaba la primera jugada de peligro de un Fútbol Club Barcelona con poca propuesta futbolística y muy poco acertado en el pase y en las coberturas.

Pero para necesidad, la de la medular. El centro del campo se vio huérfano sin la presencia de un Arthur Melo que caía lesionado antes de visitar San Mamés y que lo hacía para las próximas tres o cuatro semanas. La ausencia del centrocampista brasileño pasó factura y de forma muy notoria. Con poco control del esférico en la media, Arturo Vidal fue el elegido para suplir su baja, pero terminó haciéndolo de forma muy revolucionada y con poco acierto, como ya se vio en una jugada en la que a partir de una de sus pérdidas, se creaba una oportunidad clara para el rival.

La primera parte terminaba con un buen posicionamiento de los de Gaizka Garitano, que pudieron golpear primero en varias ocasiones y en especial, con una chilena intentada por Raúl García. Si no hubiera sido por las intervenciones de Marc-André ter Stegen, el equipo no hubiera puntuado fuera de casa.

Una segunda mitad con mejoría insuficiente

Los azulgranas comenzaban la segunda mitad con algo de mejoría y un mejor control en la media, después de que Ernesto Valverde decidiera desviar a Philippe Coutinho un poco más hacia el centro del campo. A pesar de la reestructuración intentada, al Fútbol Club Barcelona se le seguía notando sin propuesta futbolística y todo lo que era capaz de generar en ataque, llevaba la seña de identidad de un Leo Messi mermado, que no corrió como siempre y que pareció estar reservando fuerzas para los siguientes partidos por miedo a resentirse de sus molestias.

Entre las pocas llegadas a la portería de Iago Herrerín y lo cerrado que estaba el Athletic Club de Bilbao, los de Ernesto Valverde no pudieron abrir el marcador. Ni siquiera lo hicieron con un Ousmane Dembélé que regresaba a la dinámica del equipo después de haber estado lesionado y que disputó más de veinte minutos para calcular sensaciones.

Ante la petición de cambios en la media, Ernesto Valverde apostaba por un Carles Aleñá que salía al terreno de juego para intentar poner un orden que sirvió de poco y que tampoco desencalló mucho la situación.

Lo que sí ganó el Fútbol Club Barcelona fue rapidez. Los azulgranas, ante la caída de presión del rival, fueron más rápidos, pero no pudieron superar los contragolpes liderados por Iñaki Williams y compañía, que puso en más de un aprieto a la zaga defensiva y que dio justificación sobre el premio que recibió minutos antes del partido, con el que se coronaba como mejor jugador de la competición en el mes de enero. A las pruebas, se remitió.

En el minuto 73 y con el tiempo en contra, Luis Suárez buscaba la genialidad con un disparo efectuado desde la frontal que se marchaba por encima del travesaño de la portería de Iago Herrerín y que dejó a San Mamés congelado. Ante este intento, Iñaki Williams volvía a suspirar por conseguir la victoria y ponía en aprietos a la defensa azulgrana con un buen cabezazo que pudo significar el 1-0.

Con pocas ocasiones y con un partido de ida y vuelta, el Fútbol Club Barcelona no pasó del empate ante el Athletic Club de Bilbao y dormirá con seis puntos de ventaja sobre el Real Madrid Club de Fútbol, que se sitúa segundo en la tabla clasificatoria con cuarenta y cinco puntos.

El Real Valladolid Club de Fútbol, una vara de medir

El próximo rival de los azulgranas en la competición doméstica será el Real Valladolid Club de Fútbol, que visitará el Camp Nou en la jornada 24 del campeonato.

El conjunto de Sergio González será una vara de medir ante el reto de retomar el camino en territorio europeo, donde se enfrentarán el martes, 19 de diciembre, ante el Olympique de Lyon.