En el dique seco desde el mes de marzo de 2018, las puertas del Olimpo volvían a descubrirse para recibir a Labinot Kabashi. Bajo las órdenes de Denis Silva con el FCB Juvenil A, La Masía anunciaba con todos los honores el regreso del kosovar para el partido frente al CE Europa. Acomodado con cuidadoso mimo y cautela, Ansu Fati abandonaba el tapiz de la Ciutat Esportiva Joan Gamper en el minuto 81 para dejar su sitio a Labinot. Con el luminoso acompañando el juego de los locales (1-0), la mala fortuna volvía a cebarse con la rodilla del canterano. Una acción fortuita rasgaba de nuevo el sueño de ‘Labi’, obligándole a pausar de nuevo un anhelo que todavía le espera.

Labinot la temporada anterior. Foto: Noelia Déniz, VAVEL

Engalanado con un potencial que enamora, el hechizo de Labinot se detiene en el tiempo aguardando con deseo un retorno que ya consuma su cuenta atrás. Forjado con garra desde su infancia tras abandonar su Kosovo natal con el ruido bélico de fondo, ‘Labi’ apuntaba sus mejores deseos rumbo a la Ciudad Condal con la esperanza de proyectar un sueño que aún persevera. Desde su llegada con 10 años la temporada 2010/2011 bajo la batuta de Álex Gómez con el FCB Alevín D, su talento natural quedaba impregnado a la velocidad de la luz que destellaba. En su novena temporada en La Masía, y a punto de cumplir los 19 años, sus cualidades siguen fascinando en los vestuarios de la pedrera azulgrana.

'Labi' con el FCB Juvenil B. Foto: Noelia Déniz, VAVEL

Labrado con un gen competitivo y acunado con ADN Barça, ‘Labi’ ha logrado ganarse el corazón de todo aquél que por fortuna le conoce. Atento con sus compañeros, y también con los rivales, el ‘fair play’ del kosovar late con ahínco en su ser. Imposible de detener sobre el verde al ritmo de una versatilidad flagrante, Labinot ha conseguido crecer sobre la cancha a pasos de gigante. Pulido con esmero como el mejor de los diamantes, la polivalencia de su juego le permite asociarse con gusto a la vez que resulta determinante. Capaz de manejar las dos piernas con una destreza impecable y con una elegancia sublime con el esférico sobre sus pies, el canterano azulgrana volverá a sobreponerse a las trabas que dibuja la vida para resurgir de nuevo con más fuerza. El templo del fútbol le debe demasiado a un prodigio que todavía no ha mostrado sus mejores cartas.

El embrujo como brújula y con una sinfonía que aguarda sus mejores notas, ‘Labi’ entreabre un paréntesis en sus mágicos acordes para sortear el maldito estruendo que vuelve a amenazar la suave melodía que brota de sus botines. Sin prisa, pero sin pausa, y con la paciencia como mejor virtud, el fútbol se acomoda ya para su vuelta.