Si al llegar la primavera suele ser Sevilla la que se romaniza, en este caso sucedió lo contrario, fue la capital italiana la que se sevillanizó con la presencia de algo más de 1.800 aficionados sevillistas, que venían en masa desde la ciudad andaluza para llevar en volandas a su equipo con la ida de los dieciseisavos de final ante la Lazio en un Olímpico de Roma que presentó una pobre entrada.

Afligido y lacerado por los últimos acontecimientos, el Sevilla FC buscaba un buen resultado de Roma para llegar lo más tranquilo -que no relajado- posible a la vuelta, pues los recientes partidos tanto fuera como en casa habían suscitado muchas dudas. En especial, el del pasado fin de semana liguero ante la SD Eibar, donde los hispalenses, aún jugando con su gente, dieron una preocupante imagen, pues el partido tuvo que ser volteado en las postrimerías del mismo para sacar un empate, lo mejor que se podía obtener visto lo visto. Y es que los armeros mandaron con contundencia a lo largo del partido, demostrándolo claramente el 0-2 que consiguieron. No obstante, con uno menos el Sevilla jugó mejor, hasta el punto de que remontó en prácticamente cuatro minutos con los goles de Ben Yedder y Sarabia en el 88 y en el 92 respectivamente. La cuarta plaza sigue siendo propiedad nervionense, pero el riesgo de perderla esta jornada  es mayor.

Oh Ben Yedder

Los primeros compases de choque fueron el espejo de lo que sería el envite. Dominio absoluto del combinado español, que desde bien pronto estuvo asediando la meta romana por mediación de Jesús Navas, que percutió sobre todo por la banda derecha con buenos servicios al interior del área que no encontraban destinatario por poco. El primer y único gol  que comenzaba a decantar la balanza en favor de los hispalenses llegaría pronto. Ni veinte minutos hubo que aguardar para que en el Olímpico retumbaran los gritos de gol por parte del sector visitante, que explotó de júbilo con la diana de Ben Yedder, que partido tras partido demuestra estar a un gran nivel. Conducción de Sarabia por la izquierda que finalizaría con un supino centro raso que transformaría Wissam, que se hallaba libre de marca. El 0-1 daba fé de que lo más difícil estaba hecho, marcar a domicilio.

Pese a que los pupilos de Machín tenían la situación bajo control, a los equipos de Inzaghi nunca hay que darlos por muertos, pues cuando menos te lo esperas te pueden propinar un susto, como ocurrió en el veintisiete, cuando el danés Kjaer tuvo que ponerse la careta de Vaclik para evitar el empate local con una salvadora intervención bajo palos. Los sevillanos tendrían una nueva opción en sus botas para hacer el segundo, más André Silva, tras zafarse de todo tipo de oposición, no estuvo acertado en su decisión de pasarla cuando las tenía todas consigo para definir. Con el Sevilla atacando y los locales defendiendo se pondría el punto y final a los primeros cuarenta y cinco minutos.

Faltó efectividad

Ante el evidente dominio del Sevilla FC, los romanos intentaron permutar la tónica del choque con una presión más agobiante sobre la meta de Vaclik. Es más, Caicedo puso a prueba a la zaga visitante con un zurriagazo que se fue al lateral de la red. Los nuestros pusieron paños calientes a esa ocasión y como ya sucediera en el primer acto, se echaron a tromba en busca de un segundo tanto que les acercase un poco más a los octavos. El primero en probar sería el vallisoletano Sergio Escudero en el 65, que quiso su cuota de protagonismo con un balón muerto que enganchó de primeras pero que la defensa alejó de sus dominios. La situación de la Lazio parecía enconarse por momentos al estar más próximo el 0-2 que el 1-1. André Silva tuvo acto seguido una galopante oportunidad para hacer sangre en  el 66, pero le faltó darle menos potencia a su cabezazo tras un magnífico centro de Navas

Los últimos minutos, dentro de lo que cabe, fueron tranquilos. Los chicos dirigidos por Machín perseguían el segundo con ahínco mientras que los contrincantes trataban de pillar en un renuncio a los sevillistas. Lo cierto es que estuvieron a poco de lograrlo con una evidente llegada en forma de latigazo desde la frontal que finalizaría Lucas Leiva, pero el que una vez jugara en el Liverpool se quedó con la miel en los labios. Aún habría tiempo para una última ocasión para la escuadra que vestía de rojo; contra con superioridad hispalense que no finalizaría en gol por la parsimonia de Franco Vázquez, al que se le echaron encima antes de ejecutar la jugada. De este modo, el colegiado decretó el final de la ida de unos dieciseisavos que de momento pintan bien para el Sevilla pero que aún hay que cerrar en la vuelta.