‘Papá’ avanza en su competición, ¿pero qué ocurre con el campeonato doméstico? Vuelve a suceder lo que se acostumbraba a ver cuando Emery copaba el banquillo de Nervión, una cara diferente para cada competición. Y es que la SS Lazio y la Europa League fueron testigos de una buena versión del equipo de Pablo Machín que se diluye cuando toca afrontar un partido de liga. Ben Yedder y Pablo Sarabia encarrilaron el pase a los octavos de final en un partido marcado por el claro dominio ejercido por parte de la escuadra hispalense, que apenas sí dejó moverse al equipo romano, que solo pudo sucumbir en un Pizjuán ardiente.

Tras la Lazio, tocaba el FC Barcelona, que venía a Nervión con ganas de desquitarse del mal sabor de boca que le dejó la ida los octavos de final de la Champions ante el Olympique de Lyon, pues por hache o por be no agujereó la meta francesa pese a la infinidad de ocasiones de que dispuso el combinado culé, que tendrá que resolver su compromiso en la vuelta en el Camp Nou.


Inmaculada primera parte

Antes de que el balón echase a rodar, se guardó un respetuoso minuto de silencio  en honor del sempiterno presidente del equipo hispalense Roberto Alés, que falleció recientemente. Realizado el homenaje, el Sevilla salió a por todas para dedicarle una victoria y para también recuperar una cuarta plaza que había perdido  horas antes tras la victoria del Getafe ante el Rayo Vallecano por 2-1. La primera del choque correspondió a Quincy Promes, que no atinó en superar a Ter-Stegen en una acción que quedó invalidada por fuera de juego. El asedio del Sevilla iba a más con el paso de los minutos. Terminó por encontrar el premio del gol el equipo local en el veintiuno por mediación de Navas, al que no le tembló el pulso para batir al meta germano por bajo para el delirio sevillista, que veía cómo recuperaba el cuarto lugar de LaLiga Santander por un momento. Mas poco le duró la alegría al elenco de Machín, pues Messi precisó de tan solo cinco minutos para poner la igualada con una soberbia volea que enmudeció la milla de oro sevillana.  

Con el 1-1 las fuerzas se igualaron, ambos equipos se echaron atrás esperando el fallo del contrario que les permitiese adelantarse en el electrónico. Ese error llegó, antes del intermedio. El fallo lo aprovechó Mercado para volver a poner por delante a la escuadra sevillista, que  veía cerca una vez más el triunfo sobre el equipo culé. Centro de Sarabia tras apurar la banda que el albiceleste aloja en las mallas catalanas. Con el Barcelona grogui, el Sevilla fue benevolente en lugar de verdugo, pues antes del pitido del colegiado los de Machín tuvieron una llegada de renombre que pudo significar el 3-1, pero el testarazo de Kjaer tras el centro de Promes por la izquierda se fue arriba. Con el Sánchez-Pizjuán de bote en bote se llegó al descanso.

Messi y punto

El segundo acto fue otro relato bien distinto. Los de Valverde fueron desde el 45 a por lo menos empatar, mientras que los hispalenses solo podían aguantar como podían las embestidas barcelonesas. No obstante, el Sevilla tuvo algún que otro acercamiento en forma de centro que no significó nada positivo. Los visitantes mantenían la posesión e incomodaban a Vaclik, pero no remataban contra la meta sevillana. Sin embargo, el dos a dos llegaría casi a los setenta minutos nuevamente gracias a Messi, que se plantó como Pedro por su casa en la frontal local para batir por la escuadra al cancerbero checo, que inició la jugada del gol con una defectuosa entrega.

A partir de ahí, el Sevilla actuó como viene avezando ante los grandes esta temporada, se achantó y cedió aún más terreno. El 2-3 pudo lucir en el marcador transurridos ya los setenta minutos cuando Messi, sin comerlo ni beberlo, se sacó de la chistera un espectacular disparo desde el pico del área que no vio puerta por muy poco. Messi volvió a tener incidencia en el partido en el ochenta, cuando tras quedarse solo en el balcón del área trató de perforar el arco sevillista con un colocado tiro que Vaclik, no sin emplearse a fondo, repelió a saque de esquina. El mazazo definitivo para los locales llegaría cuatro minutos más tarde una vez más de la mano de Messi, que se mostró muy hábil para deshacerse del meta al emplear una sutil vaselina que nadie vio venir. Ya en el añadido, con el Sevilla echado arriba en busca de un heroico 3-3, arribó el cuarto y definitivo gol; Messi, que no se estuvo quieto en todo encuentro, hizo uso de escuadra y cartabón para servir un balón milimétrico a la espalda de la defensa de forma que pudiera dejar en solitario a su socio Luis Suárez, que a la mínima que pudo elevó el cuero por encima del portero. Tan pronto como llegó el cuarto gol del Barça se puso el punto y final. Segunda derrota consecutiva que deja al conjunto andaluz fuera de los puestos Champions tras mucho tiempo.