Después de firmar un empate en el Camp Nou, vigente campeón y candidato a campeón se citaban en el Santiago Bernabéu para escuchar la sentencia definitiva y conocer al que sería el primer finalista de edición copera de la presente temporada. El orgullo y la confianza se citaban en la capital del fútbol español para proceder a una lucha de titanes, en la que finalmente, Luis Suárez demostró que ninguna sequía goleadora había batido a su efectividad tan característica y reconocible.

Con igualdad en el reparto de favoritismo, un duelo de alta presión y reacción sucedía en Madrid y una vez más, lo hacía con un buen fútbol, aunque con marchas ralentizadas.

En la primera parte, el orgullo metió miedo

Los de Santiago Hernán Solari saltaban al césped del Santiago Bernabéu con ventaja en el resultado global y con confianza, pero a la vez, con pies de plomo. Ante la superioridad en forma de gol, los azulgranas salían al territorio rival con la mente puesta en darle la vuelta al resultado de cara a tener la posibilidad de luchar por el 31º título copero. Con una alta presión, los blancos intentaron anular a su máximo rival, que en todo momento se decantó por construir sus jugadas a través del toque y se vio fortalecido por la gran actitud defensiva de efectivos como Gerard Piqué, salvavidas en las jugadas en las que Vinícius Júnior doblegaba a Nélson Semedo y conseguía desmarcarse asustando en el área de Marc-André ter Stegen, avisado hasta en dos ocasiones.

Con las pérdidas de Ousmane Dembélé y el poco dinamismo mostrado, en un primer momento, los azulgranas parecían mermados, pero poco a poco, fueron encontrando la fórmula para amansar a una fiera que saltó al terreno de juego crecida e imponiendo orgullo. La rapidez de los blancos sirvió de aviso para los visitantes y como reacción, Leo Messi y dos jugadas que podrían haber terminado siendo oportunidades claras, dejaron claro que nada estaba decidido.

Los jugadores se marchaban al túnel de vestuarios con un empate en el marcador y con toda una segunda parte por delante, en la que todo estaba por decidir. El 0-0 asumiría el rol de prolegómeno principal de una lucha de titanes, en la que el victorioso se alzaría con el pase a la final que el próximo 25 de mayo, acogería el Benito Villamarín.

Vinícius Júnior, pólvora ofensiva en territorio blanco

El delantero brasileño asumió el rol de pólvora ofensiva en el conjunto de Santiago Hernán Solari y avisó al guardameta alemán del Fútbol Club Barcelona hasta en dos ocasiones. Con velocidad, regate y desborde, sacó de quicio a Nélson Semedo y supo buscarle las cosquillas a un equipo que si no hubiera sido por las continuas incisiones de Clément Lenglet y Gerard Piqué en defensa, hubiera naufragado antes de tiempo. A la vez que el de São Gonçalo, también Lucas Vázquez pudo abrir la lata con rapidez, pero le falto precisión.

Una segunda parte con reacción y confianza

La segunda parte comenzaba con los blancos más crecidos de lo normal. Con los mismos efectivos, los de Santiago Hernán Solari se abonaron a la confianza e intentaron doblegar a un rival que fue creciendo por momentos.

En el minuto 50, Ousmane Dembélé aceleraba el engranaje azulgrana con una de sus carreras por la banda izquierda y metiendo un pase hacia atrás para Luis Suárez, llegaba el primero. El delantero uruguayo lo celebraba con rabia y protagonizaría uno de los prolegómenos de la fiesta que más tarde se pegarían los de Ernesto Valverde.

Como reacción, los blancos lo intentaron con las continuas idas y venidas de Vinícius Júnior y la tuvieron con las oportunidades de Toni Kroos y Sergio Reguilón, que pudo batir a Marc-André ter Stegen con un testarazo.

Cuando el Real Madrid Club de Fútbol aceleraba su juego y trataba de revertir la situación con orgullo, llegaba el segundo gol del delantero uruguayo, acabado por Raphäel Varane.

Con el 0-2 en el marcador, la fiera no se había quedado amansada del todo y el karma traicionaba a Carlos Casemiro, que hacía penalti sobre Luis Suárez. Con un hat-trick, Luis Suárez conseguía el pase a la final con sus propios méritos y anulaba todas las intenciones del máximo rival.

Ante la apertura de espacios de los de Santiago Hernán Solari y con efectivos totalmente frescos, los de Ernesto Valverde sacaron petróleo del Santiago Bernabéu, una vez más, silenciado por la efectividad blaugrana.

Un cambio para aguantar el resultado

En el minuto 78, Ernesto Valverde procedía a hacer el primer cambio del partido después de haber observado todas las jugadas a ras del suelo. Arturo Vidal sustituía a un gran Luis Suárez que, a pie de campo, doblegó en intenciones a su amigo y compañero en ataque, Leo Messi, desaparecido por tramos. El centrocampista chileno asumía el rol de defensor y saltaba al campo para pausar el juego y aguantar el resultado en un momento en el que la final estaba totalmente asegurada.

Próxima visita, posible revancha

En los próximos días, azulgranas y blancos se cansarán mutuamente de verse tanto las caras. El próximo partido que tendrán que afrontar los de Ernesto Valverde será el correspondiente a la jornada 26 de LaLiga Santander, cuando, por segunda vez consecutiva, visitarán el Santiago Bernabéu en un contexto diferente, pero con las mismas intenciones.

A la espera de si será una revancha o no, la competición doméstica nos deparará un duelo de espectáculo en el feudo blanco, a partir del momento en el que el balón eche a rodar.

El sábado, 2 de marzo, otro duelo de titanes tendrá lugar en la capital del fútbol español.

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