En cada partido del Girona en Montilivi, hay una sonrisa que brilla por encima de la del resto de aficionados, un alma que celebra los goles más que cualquier socio y una voz que resuena más que cualquier otra.

Desde que pisara los aledaños del estadio gerundense por primera vez en 2010, el ghanés Effah Kingsford se ha ganado el cariño de todo Girona, que ya lo ha bautizado como “Sisplau, el del bombo”. Os preguntaréis de donde viene ese apodo tan peculiar. Como todo, tiene una explicación, pero como cualquier personaje, este esconde una entrañable historia que vale la pena ser contada.

Entre sorbos del café que ha pedido en el bar Tat, su favorito, Effah cuenta como llegó a Girona. Cuando de niño daba patadas al balón por las calles de Nkoranza, Ghana, seguro que nunca hubiera imaginado llegar a vivir el fútbol como lo hace ahora, celebrando como el que más los goles de la que ya se ha convertido en su auténtica pasión, el Girona.

Como muchos de los inmigrantes que llegan a nuestro país año tras año, a los dieciocho años, Effah se vió obligado a buscarse la vida fuera de su país: “Era el mayor de siete hermanos en una familia de campesinos. Sabía que tenía que ir a Europa si quería hacer algo con mi vida”. Dicho y hecho, nuestro protagonista cruzó sin rumbo África en busca de algo más en su vida. “Estuve dos años cruzando África a pie. Estuve en Burkina Faso, Níger y Líbia, dónde encontre trabajo. Luego supe que tenía que seguir viajando, y me fui a Argelia, Senegal, Mauritania y Marruecos. En la frontera con Tánger me encarcelaron. De los 70 que íbamos sólo pudimos cruzar dos, y llegué a España en patera desde Tánger”.

“De los 70 que íbamos sólo pudimos cruzar dos”

En poco más de dos años, Effah pasó de jugar entre las arenosas calles ghanesas a ver pasar su vida, jugueteando con la muerte en las inmensidades del oceano: “Es imposible de olvidar. Estuvimos 22 días sin agua y sin comida en una patera. He visto a compañeros de viaje morir. Sabía que sólo había dos opciones: vivir o morir”. Como dicen, después de la tormenta viene la calma, y tras ver como los nubarrones invadían su vida, Effah vió enseguida como cambió todo: “Nos trasladaron a Madrid, donde estuve trabajando de jardinero antes de ir a Girona”. Ahí, su primera palabra fue “siusplau”. En Riudellots, Effah encontró trabajo en un matadero de cerdos, que combina con su pasión futbolera en las gradas de Montilivi.

¿Pero como llega un ghanés a enamorarse de un equipo de Segunda División? “Desde pequeño me ha encantado el fútbol. En África, aunque no lo parezca, hay muchísima pasión por el Barça. Cuando llegué a Girona, no sabía mucho del equipo de la ciudad, pero sí que sabía que habría un equipo. Siempre pasaba cerca del campo y veía como la gente llevaba los colores. Un día pedí una entrada, y pude pasar”, recuerda su primera vez.

“Sabía que sólo había dos opciones: Vivir o morir”

“Mi primer partido en Montilivi fue en 2010 contra el Numancia, nos jugábamos el ascenso. Nunca lo olvidaré. En la media parte vi como la gente miraba el partido y nada más. Había aprendido un poco de catalán, así que chillé: Siusplau, si todos animamos guanyarem. Sin pelos en la lengua, después de haber cruzado en patera el océano, y haber negociado con la muerte, Effah se encontraba en Girona, viendo a su equipo, y échandole en cara a los suyos la poca pasión. Siusplau se convirtió en su palabra, y también en su mote, por el que todo gironí le conoce a dia de hoy. “En África hay mucho más sentido de fiesta que aquí en occidente. Cuando jugábamos con los amigos, los que no estaban jugando siempre cantaban y bailaban. El fútbol es una fiesta, y aquí no se vive así”.

“Había aprendido un poco de catalán, así que chillé: Siusplau, si todos animamos guanyarem”

Si lo quieren encontrar, siempre estará, junto a su inseparable bombo en el Gol Norte del estadio, animando a los suyos como el que más, y recordando inevitablemente la figura de su gran ídolo, Manolo el del Bombo, al que le une también el haber perdido su bombo: “Cuando me empecé a interesar por el fútbol vi que había un aficionado que iba a todas partes con el bombo. Yo cuando voy al campo quiero hacer ruido, y un bombo es ideal para que la gente no se duerma”. Su entrega le ha llevado a ganarse el cariño, no sólo de la afición, sinó también del club: “Desde el primer día me han agradecido que apoyase al equipo. El día que pedí que animaran, me vino un vigilante cuando acabó el partido y me pidió que viniera más al campo. El club me ha pagado algún desplazamiento. Esto me ha cambiado la vida”.

"El día que pedí que animaran, me vino un vigilante cuando acabó el partido y me pidió que viniera más al campo"

Si algo le ha cambiado la vida a Siusplau, es el histórico ascenso que vivió de primera mano: “Puedo decir que el ascenso es en parte gracias a mí”,presume. “Parece que no, pero animar es vital para ganar. Si los jugadores saben que estás con ellos, responden seguro. Siempre decía, si todos animamos ganaremos, y así fue. Es algo histórico, y me siento parte de ello”.

“El ascenso es algo histórico y me siento parte de ello”

Una de las imágenes de Siusplau, nos lleva a las pasadas navidades. El ghanés, luciendo los colores del Girona, enseña al público un cartel: “Me voy de vacaciones un mes a Ghana. Feliz Navidad a todos y hasta el año que viene. Siusplau”. La grada del Girona ya lo tiene como un referente, como un gironí más, y Effah ya se ha amoldado a la ciudad como un paisano, haciendo del rojo y el blanco su pasión, pasando página de lo que un dia vivió antes de llegar a la que ya se ha convertido su casa.

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