Lo aprendí cuando era un niño en este mismo club. Si te caes, te levantas. Suena a proverbio chino o a frase de un libro de superación, pero lo cierto es que no van por ahí los tiros. Estas son las palabras de un chico de veintidós años que hoy es titular en el club más laureado de la historia del fútbol. Un futbolista madrileño -que hace tan solo unos meses jugaba en Segunda División B- y que ahora se ha hecho con un puesto en el lugar dónde más caro está. A base de trabajo, sacrificio y constancia. Luchando en silencio y aprovechando las oportunidades. Siempre con los pies en el suelo y la cabeza en el césped. 

Sergio Reguilón disputó su primer Clásico como titular el pasado miércoles. Fue uno de los mejores del partido -sino el mejor- y acabó el mismo entre lágrimas. Abatido y con los puños reposando sobre el césped. Seguramente fruto de la impotencia, tanto por el desgaste físico como emocional que vivió aquel ya memorable 27 de febrero. El resultado no reflejó lo visto en el campo, pero sirvió para que muchos se dieran cuenta del diamante en bruto que tiene el club para los próximos años. Rápido, potente, comprometido y con ese aire fresco que todos los equipos hartos de títulos necesitan en algún momento. 

Un híbrido

El otro día leí que el Madrid es un híbrido de un equipo que se está muriendo y otro que está naciendo. Y Reguilón forma parte de los que han llegado para quedarse. Pocos podían pensarlo cuando inició la pretemporada con Lopetegui o cuando debutó en partido oficial con el primer equipo del Real Madrid. También pocos serían los que lo imaginaban cuando jugaba cedido en el Logroñés y sus rivales de categoría le duplicaban la edad. Todo llega para quién sabe esperar y el momento de Reguilón ya es una realidad.

Reguilón conduce la pelota. Foto: Liga Santander.
Reguilón conduce la pelota. Foto: Liga Santander.

Porque no es fácil arrebatarle el puesto a un jugador que es historia viva del Real Madrid. Uno de los laterales más talentosos que ha jugado en Chamartín y que acumula casi tantos títulos como años figuran en el DNI del joven Reguilón. Tampoco es fácil estar sometido a la presión en la que vive el conjunto blanco y desenvolverse de la manera en la que lo está haciendo. Debe ser cuanto menos chocante llegar nuevo y tener hambre de títulos en un vestuario que tiene tantos como para empacharse.

Una afición necesitada

El aficionado del Real Madrid está huérfano de ilusión. Desde la salida de dos grandes estandartes como Zidane y Cristiano Ronaldo, la demanda de aire fresco se elevó por las nubes. Junto a Reguilón se encuentra Vinicius, que con tan solo dieciocho años, supone una de las grandes inyecciones de moral a las que se puede aferrar el madridismo. Alegría, chispa y en definitiva ese toque distinto es lo que necesitan en estos momentos los millones de madridistas que hay repartidos por todo el mundo. 

Vinicius y Reguilón, las ilusiones del madridismo. Foto: Liga Santander.
Vinicius y Reguilón, las ilusiones del madridismo. Foto: Liga Santander.

Y es que así funciona todo en la vida. El relevo generacional es algo natural que tarde o temprano tiene que llegar. Los mismos no van a estar siempre y hay que saber dar oportunidades a quién lo merece. De igual manera que se debe respetar a los que se han dejado el alma por su equipo durante tantos años y que tantísimas alegrías y momentos inolvidables dejarán para la posterioridad. Esto es el Real Madrid y, cuando eres el Real Madrid, no tienes tiempo de celebrar la victoria cuando ya estás pensando en la próxima.