La vuelta de los octavos de Champions entre la Juventus y el Atlético tiene el morbo del regreso del que fue uno de los mejores jugadores de la vecchia siniora.

Hace cinco años los aficionados de la Juventus se echaban las manos a la cabeza viendo cómo Álvaro Morata marcaba goles uno tras otro vistiendo la camiseta bianconera. Este martes volverán a hacerlo, pero porque el ariete regresa a la que fue su casa y amenaza con seguir su racha goleadora dejando en la estacada a los que fueron sus compañeros.

Mucho ha cambiado la vida de Álvaro desde que, siendo una joven promesa, abandonó el Real Madrid en busca de minutos. Un gigante de Europa apostó por él y desde el primer minuto dio muestras de su valía. Con una corpulencia muy a tener en cuenta y una punta de velocidad extraordinaria, se convirtió en un jugador capaz de moverse por distintas zonas de ataque y con capacidad para desempeñar diferentes funciones ofensivas, ya fuera jugar de espaldas para bajar balones o arrancar desde la banda para sorprender en zonas de remate.

Pero lo que realmente le caracteriza, es su olfato de gol. 27 tantos en dos temporadas en Italia le valieron el regreso al Real Madrid, club donde se formó. En el club blanco anotó 20 dianas, pero no fueron suficientes para que se convirtiera en pieza clave así que, en verano de 2017 se marchó al Chelsea inglés a cambio de 80 millones de euros, convirtiéndose en el fichaje español más caro de la historia, superando el traspaso de Fernando Torres precisamente al Chelsea procedente del Liverpool.

En su primera temporada como "blue", Morata anotó 15 tantos y se convirtió en el delantero de referencia de su equipo. Aun así no terminaba de estar a gusto en Londres y tras una serie de problemas deportivos y extradeportivos en el pasado mes de enero, el Chelsea y el Atlético acordaron la cesión con opción de compra del jugador.

Castigando a sus ex

El mundo del fútbol maneja un amplio espectro de creencias, de dichos y de supuestas maldiciones. Una de ellas es la de los ex. Según dicen, cuando un jugador se enfrenta al que fue su equipo suele meterle gol y parece que con Morata esto se cumple. 

Cuando se marchó a la Juventus en 2015, Álvaro se cruzó con el Real Madrid en semifinales. En el partido de ida, Morata consiguió anotar el único tanto del choque, y con 1-0 en la ida, enfrió los ánimos de los aficionados del Real Madrid poniendo el empate a uno que sería definitivo en el duelo de vuelta. Con estos dos tantos, el madrileño ejercía como verdugo de su exequipo y les privaba de acceder a la final de la máxima competición europea.

Desde entonces no se ha vuelto a cruzar con ninguno de sus ex, pero al poco de llegar al Atlético se enfrentó de nuevo al equipo blanco. Aunque el VAR anuló su tanto, lo cierto es que Morata consiguió meter el balón al fondo de la portería de su ex equipo, lo mismo que pasó en la ida de Champions cuando, con 0-0 en el marcador, batió a Szcesny, si bien el VAR volvió a dejarle con la miel en los labios. Seguro que de cara al choque de vuelta buscará desquitarse y volver a castigar a su pasado.

Adaptación inmediata

Es muy frustrante llegar a un equipo con mucha exigencia, intentar dar resultados desde el primer minuto y que los dos primeros goles sean anulados. Morata se ha enfrentado al inicio más desafortunado, pero ha continuado insistiendo y los goles, esta vez legales, han acabado llegando. Queda claro que Álvaro ha caído de pie en el Metropolitano, tres goles en seis partidos así lo atestiguan, pero además de esto, el jugador ha aportado mucho más a su nuevo equipo. Su potencia en el juego aéreo ha permitido al Atlético desempolvar una de sus armas más peligrosas a la que últimamente estaba sacando poco rédito. Por si fuera poco, se ha convertido en un buen socio de Griezmann. Con Diego Costa renqueante, el francés y el español se han convertido en la dupla titular para el Cholo y ya han dejado varias combinaciones que han generado peligro e incluso goles.

La sombra de la duda se cernía sobre el fichaje de Morata, ya que su pasado merengue no terminaba de convencer a muchos aficionados, pero desde luego ha eliminado de un plumazo estas cuestiones y cada vez parece más querido por todos. Seguro que marcar el gol que diera la clasificación a cuartos de Champions sería una buena forma de oficializar del todo el matrimonio del jugador con la grada.