El Real Madrid de Solari se miró al espejo en Valladolid, ante la presencia del exmítico delantero Ronaldo Nazario, para verse a sí mismo en la temporada más negra de sus últimos cinco años. Aunque la goleada final puede invitar a pensar que los blancos fueron muy superiores al conjunto vallisoletano, eso no fue así durante una primera parte de locura, con el VAR demasiado protagonista.

Así, la suerte cayó del lado visitante para que, tras el descanso, las mejores virtudes apareciesen a favor madridista gracias a las incursiones del veloz Odriozola, la clase de Modric o la puntería, por fin, de Karim Benzema. Unos goles -cuatro- que se logran tardíos ya, pues al equipo madrileño solo le queda esta Liga Santander como pan de cada semana. Tras las derrotas en sus tres competiciones, el año de títulos se ha esfumado con la efectividad por los suelos. 

Veinte minutos de desajustes defensivos

Siendo el Valladolid un equipo al que le está costando bastante en esta Liga llegar con claridad al área rival y generar ocasiones de gol, contra el Real Madrid las facilidades ofensivas se sucedieron durante veinte minutos. Los blancos quedaron desarmados tan pronto como Míchel tuvo el primer acercamiento tras una rápida salida desde atrás. Frente a un combinado visitante partido en dos bloques, los vallisoletanos llegaron por ambas bandas con mucha sencillez. 

Óscar Plano provocó un penalti que falló Alcaraz para el primer indicio de suerte blanca en Pucela. Luego, fue el VAR quien arrebató justamente dos goles a Sergi Guardiola por fueras de juego. Dos acciones distintas pero un mismo denominador común que también aparecería en el tanto de Anuar: el desastre en tareas defensivas de un Real Madrid que parecía abocado a sucumbir otra vez.

No obstante, la fortuna cayó del lado madrileño en una fatal salida de puños de Masip y la buena situación de Varane para empatar. Sin prácticamente generar arriba e incluso padeciendo mucho más atrás, el conjunto de Solari allanó el camino para el segundo tiempo.

Odriozola frente a Nacho en una de sus subidas I Foto: Real Madrid
Odriozola frente a Nacho en una de sus subidas I Foto: Real Madrid

El 'correcaminos' vasco y Benzema on fire

Dueño de la pelota con el 60 % de posesión final y casi el doble de pases totales que el Valladolid. Sin duda, lograron verse brotes verdes o virtudes en el equipo después de la pausa. Porque el Real Madrid no solo tuvo el balón, sino que también lo supo meter en la portería rival, algo que le estaba fallando últimamente. De 15 remates, seis cogieron puerta y cuatro disparos atravesaron la línea de gol. 

Gran efectividad visitante con un Benzema on fire que no erró ni desde los once metros ni en un córner, con la testa. Se gustó el francés moviéndose por distintas zonas del campo, bien acompañado por un participativo Asensio y Ceballos. A ese conjunto no podía faltar Modric, autor del último tanto en una acción personal. Y tampoco faltó a su particular objetivo el 'correcaminos' vasco Odriozola. El lateral se proyectó de forma incansable, recibió penalti del mismo Óscar Plano y tuvo llegadas peligrosas que pudieron acabar en más goles. 

Pero con ese 1-4 poca más historia para analizar. Bueno sí, el remate al palo del Valladolid, que seguía explotando los defectos de un Real Madrid resguardado en su amplio resultado o la tonta expulsión de Casemiro por impedir un saque de falta rápido. Tan inexplicable como este decepcionante año blanco, muy bien reflejado en los distintos tramos del espejo madridista en Pucela.