Cambios a quemarropa

Entre enturbiamientos y depresiones desarrolladas en la última semana en la entidad sevillista, se comenzó una remodelación general de la plantilla. Machín fue destituido de su puesto como entrenador en la mañana posterior a la dura derrota frente al Slavia de Praga, nombrándose así como técnico de nuevo a Joaquún Caparrós, como ya ocurriera en la pasada campaña, tras la mala dinámica del técnico italiano Montella.

Caparrós, que ejecutaba el puesto de director de fútbol, pasaría a ser el encargado del banquillo, y el puesto de la dirección deportiva quedaría vacante. Desde la presentación de Caparrós como nuevo técnico, se mencionó el esperado regreso de Ramón Rodríguez Verdejo, alias "Monchi", que abandonó la entidad hace dos campañas y que tras su temporada y media infructuosa en Roma, ha decidido volver a donde mejor ha estado y donde mejor se siente. Y este regreso se hizo oficial la misma mañana del encuentro entre el Espanyol y el Sevilla FC.

El ambiente alrededor del equipo ya era cambiante, ilusionado con la vuelta de la figura más importante del siglo XXI del Sevilla FC y con las garras de Caparrós para redirigir al plantel sevillista, se olvidaban un poco las penas sufridas por la inexplicable eliminación de la UEFA Europa League en los minutos de prórroga, tras adelantarse en el marcador con un gol de Franco "el Mudo" Vázquez, pero la endeblez defensiva falló encajando dos goles posteriormente.

Pero la primera convocatoria, y sobre todo la primera alineación de Caparrós, ya reflejaba una declaración de intenciones, donde se apreciaba un leve cambio de sistema.

Lo primero y más llamativo, fue la inclusión en el once de Amadou, el cual no contó con apenas minutos para Pablo Machín y que no fue convocado en los dos últimos encuentros. Además, también entraron Wober, Gonalons y André Silva en el once inicial, con las salidas de Sergi Gómez, Sarabia y Munir.

Aunque oficialmente se mostraba sobre el papel con el mismo sistema de 3-5-2 de Pablo Machín, al comienzo del partido la figura representada sobre el terreno de juego era muy distinta, pues se colocaba como un 4-4-2, o incluso un 4-3-3. Con Jesús Navas como lateral derecho y Wober como lateral izquierdo y Mercado y Carriço en la pareja de centrales, con un doble pivote conformado por Amadou y Gonalons, desplazando a Banega a una posición de volante derecho que reforzara la banda de Navas y Promes en una posición de extremo izquierdo mucho más libre para atacar y ser más determinante.

Estos cambios, que eran importantes, demostraron una increíble mejora en la solidez defensiva, pese a eliminar una figura de zaguero, pero la inclusión de dos potentes pivotes que aportaron mucho músculo en las zonas de transición, mejoraron drásticamente la capacidad destructiva y de corte de un Sevilla FC que concedía muchas ocasiones a sus rivales. La potencia de Amadou les hizo ganar muchas batallas aéreas y la gran participación de Gonalons fue un alivio a la hora de transcurrir el balón entre líneas.

Esto se notó en los resultados, pues se marchaban al descanso sin conceder ni una sola ocasión clara de gol para los rivales.

En ataque fue donde el Sevilla de Caparrós pareció más débil, probablemente como reflejo del cansancio acumulado, pero aun así tuvo muy buenas ocasiones en la primera mitad para adelantarse en el marcador, pero un nervioso e impreciso André Silva fue el encargado de autoboicotearse debido a su necesidad de hacer gol, para callar sus voces.

Oficio puro y duro

En la segunda mitad salió más dolido físicamente el conjunto de Nervión, las piernas pesaban mucho y a los dos minutos de la reanudación concedía la primera y más clara ocasión del encuentro.

Cuando más sufrían los sevillistas, fueron capaces de desarrollar una jugada al contraataque que acababa con el derribo de Mario Hermoso a André Silva, que el trencilla determinó como pena máxima. Wissam Ben Yedder fue el encargado de definir el penalti, con un potente disparo, que pese a la lectura de Diego López, que le adivinó el lado al que el francotunecino chutó, fue imparable para este, y en el minuto 53 se hacía el 0-1.

A partir de ese momento, a los jugadores les tocó sacar el orgullo y remar todos juntos a contracorriente, pues los Rubi apretaban, y las fuerzas de los de Caparrós se apagaban. Los cambios de Mudo Vázquez, Rog y Munir, no fueron determinantes, pues no pudieron ayudar a desarticular la fuerte presión de los catalanes. Pero con una buena actuación, donde se jugó a no jugar por parte de los visitantes, se consiguió amarrar el resultado a final del encuentro.

La mancha negra a la actuación de los futbolistas la puso el cancerbero Juan Soriano. Entró en el once inicial debido a la lesión o molestias que aparecieron en el guardameta titular Vaclik en los calentamientos previos al partido. Soriano fue amonestado con tarjeta amarilla por demorarse en los saques de puerta y al final del encuentro entró en provocaciones con los aficionados. Tras un feo gesto del canterano, acabó entrando en una tangana con Sergi Darder, los cuales fueron sancionados con roja por doble amarilla con el tiempo de juego ya finalizado.