La Selección Española inició su camino hacia la Eurocopa 2020 con una victoria, pero con una mezcla de sensaciones un tanto extrañas. La primera mitad fue muy superior a su rival y el partido parecía ir encaminado hacia un final apacible y sin sobresaltos. Sin embargo, un gol de Noruega tras una jugada aislada hizo sufrir a los de Luis Enrique de una forma excesiva.

Gracias a la frialdad y a la valentía de un experto en penaltis, Sergio Ramos, que volvió a transformarlo a lo 'Panenka', España pudo llevarse la victoria y comenzar a conformar ese equipo que debe llevar a 'La Roja' a ser competitiva en una gran cita de nuevo.

La pegada lastró el buen juego

Si el terreno de juego se limitara al centro del campo y se eliminaran las dos áreas, no cabe duda de que España ayer hubiese realizado un partido más que notable. La salida de balón fue la misma a la que la selección acostumbra y se vieron jugadas en las que el equipo entraba en el área como si de enhebrar una aguja se tratase.  Las sensaciones fueron muy buenas y, como dijo el seleccionador, no hubiera sido extraño que el equipo español se hubiera marchado con una victoria mucho más amplia.

Sin embargo, lo importante en el fútbol se cuece en las áreas. España cocinó a la perfección pero no fue capaz de acabar el guiso. Las llegadas se sucedían y las ocasiones claras también. Sin embargo, no eran capaces de terminar con claridad, en las mallas. Esa misma que los mismos futbolistas sí tenían metros atrás.

Piqué y un '9'

Es incuestionable, por tanto, la necesidad de encontrar un rematador puro. La labor de Rodrigo fue magnífica. Pero su trabajo bajando a recibir y generando espacios sería mucho más útil si estuviera acompañado de alguien que sea capaz de embocar aquellos balones que le llegan. Morata no tuvo su día y Jaime Mata apenas jugó unos minutos. Esta fase clasificación debe usarse como el tiempo necesario para que Luis Enrique encuentre a ese nueve perfecto que complemente un gran equipo detrás.

Mismos problemas en el área contraria. Al igual que ocurre con Rodrigo arriba, Sergio Ramos necesita un acompañante. La marcha de Piqué ha hecho mucho daño en la zaga española y no existe prácticamente ningún central en el mundo que sea capaz de suplir una baja de tal calibre. Íñigo Martínez sufrió demasiado y lo hizo con la fórmula más simple en el fútbol: balones colgados arriba. Cada pelota que merodeaba el área española era sinónimo de peligro. Precisamente así llegó el penalti que complicó las cosas para los de Luis Enrique.

El camino está en marcha y el seleccionador debe encontrar la fórmula para paliar los graves problemas en las dos áreas del campo.