Cádiz llegaba en buena forma tras haberse recuperado de un inicio complicado, malo y con la incertidumbre de qué pasaría en el banquillo. Pero como reza el dicho, "después de la tormenta siempre viene la calma". Y así fue. Contra el Reus se confirmó el buen estado de forma, aunque en frente, el conjunto catalán no iba a perdonar ante el Cádiz.

El partido comenzó bastante bien para el conjunto cadista. Las llegadas eran del equipo amarillo y eso derivó en el primer gol. No se cumplieron ni diez minutos de juego cuando "el niño de Chiclana", Manu Vallejo, puso al Cádiz por delante en el marcador. Además, de la manera más inesperada de Vallejo, que marcó tras un enorme testarazo. A pesar de alguna ocasión fallida del equipo catalán, el Cádiz mantuvo la compostura y disfrutó de alguna que otra ocasión.

El ritmo de la primera mitad fue en aumento con el comienzo del siguiente tiempo. Y de vuelta a los goles tempraneros. Lekic, que aún no se había estrenado con la camiseta del Cádiz -y que creó incertidumbre por su calidad-, marcó a los cuatro minutos de empezar los segundos 45 minutos. Una gran jugada de Salvi que conectó perfectamente con el ariete serbio. Así, le marcaba gol a su ex equipo de la temporada pasada

El Cádiz pudo ampliar la diferencia, pero Edgar Badía salvó al equipo de una goleada. Ese partido sirvió de referencia para que el equipo viera la mejor versión. Con presión alta, buenos centros y las bandas dando guerra como antes. Sí es cierto que con el paso del tiempo el equipo ha entrado en diferentes dinámicas. Ahora, con este "inesperado parón", el Cádiz tiene que volver a su estilo, a su confianza y a luchar, al menos lo que queda de temporada, por los playoffs.