El fútbol es un juego caprichoso. Capaz de dar y quitar en un corto espacio de tiempo. Fue Joaquín Caparrós quien, entrenando al Athletic de Bilbao, convirtió en viral aquella expresión que decía: "En el fútbol se pasa de p*** a monja en cinco minutos." Sin embargo, un equipo no puede aspirar a lograr grandes éxitos sin aprovechar antes las oportunidades que le brinde el deporte rey. 

Si por algo se ha caracterizado el Deportivo esta temporada, es por dejar pasar un tren tras otro. El conjunto herculino arrancó el campeonato mostrando un gran nivel, siendo superior a la mayoría de sus rivales y haciéndose invencible jugando como local. En ese tramo era complicado encontrar a alguien que no catalogara al Dépor como favorito al ascenso. A partir del mes de enero todo se vino abajo como si de un castillo de naipes se tratara. Cambios de sistema, falta de gol, lesiones y derrotas en partidos clave. La mala dinámica del equipo, sumada a la situación clasificatoria, le costaron el puesto a Natxo González. 

Especialistas en fallar cuando no toca hacerlo

"Si el Dépor gana se coloca en puestos de ascenso directo", era la frase que se repetía en Riazor jornada tras jornada. No obstante, el conjunto herculino no ha conseguido asentarse en dichas plazas. Cuando tocaba ganar, el equipo fallecía como un atleta que abandona a pocos metros de terminar una maratón. Empates contra rivales que pelean por la permanencia, puntos que volaron en los minutos finales, o partidos en los que el planteamiento fue del todo erróneo

El partido ante el Nástic de Tarragona fue la confirmación del problema. El Deportivo recibía al colista en Riazor y de ganar asaltaba la primera plaza de la tabla. No pudo hacerlo. Pese a dominar y encerrar a un paupérrimo Gimnàstic, un gol in extremis de Luis Suárez evitaba la victoria local.

¿Última llamada para embarcar?

Ocho partidos sin ganar. Dos derrotas de forma consecutiva. Dos puntos de los últimos doce posibles. Y sin encadenar dos victorias seguidas desde el mes de enero. Esa es la dramática situación que atraviesa el conjunto gallego.

¿Lo más extraño? Que ganando su próximo duelo frente al Extremadura, el Dépor se situaría en puestos de playoffs y a cuatro puntos del ascenso directo. Eso sí, de manera provisional y a la espera de lo que hagan sus rivales. Este panorama solo lo explican las múltiples oportunidades que el fútbol le ha ofrecido al Dépor y que éste ha desaprovechado. Es cierto que el Deportivo está inmerso en una grave crisis de resultados, pero algo parecido viven también en Málaga. De distinto modo, en Granada y Albacete tampoco han podido distanciarse de sus perseguidores. Porque esto es la Liga 1|2|3. Se ganan dos partidos y se pueden poner arriba. Pierden tres y se bajan posiciones de golpe. Todo contra pronóstico.  

La única baza que le queda al Dépor de Martí para agarrarse al deseado ascenso, es precisamente la complejidad de la categoría. Desde el vestuario saben que encadenar una buena racha de resultados acercaría al equipo a los puestos altos y recuperaría el ánimo perdido de la afición. 

"No podemos renunciar a nada"

Así de claro se mostraba Pedro Mosquera ante los medios el pasado miércoles. El centrocampista coruñés arengó al potencial de una plantilla que trabaja de manera incansable para volver a ganar. Mosquera aseguró que al equipo le urge una victoria para despejar dudas y para reengancharse al pelotón que peleará por el ascenso a Primera. Viendo el calendario -más que complicado- al cual deberán hacer frente algunos de sus rivales, es posible que el Deportivo esté ante su última oportunidad.