Por muchos sevillistas es sabido que cuando hay una ocasión para situarse por encima de rivales directos o aventajarles aún más este equipo no cumple con lo esperado y da un buen patinazo. Situación que se ha repetido en el choque de la jornada 35, el cual enfrentaba al Girona y al Sevilla FC en Montilivi, campo en el que los hispalenses se habían impuesto en su primera visita el año predecesor. 

Con la derrota del Valencia frente al Éibar en Mestalla en el último suspiro, la oportunidad que se le presentaba al Sevilla para coger el hacha y hacer aún más leña del árbol caído ché era inimaginable, pues el ganar al equipo gerundense era situarse seis unidades por encima de los de la capital del Turia. No obstante, el Sevilla, y en especial Banega y Franco Vázquez, dieron una horripilante imagen, mas su derrota no ha supuesto negativos efectos ante la derrota del Getafe. 

Muchas llegadas y poco gol

El Girona, que comenzaba la jornada en descenso, era muy consciente de lo que había en juego, así que como ya hiciera el Rayo Vallecano el pasado jueves también ante la escuadra sevillista, tomó las riendas de los primeros compases con el tandem conformado por Portu y Stuani al mando de las operaciones. Sin embargo, serían los de Caparrós los que se  relamerían con la primera gran llegada del partido de la mano de Munir, que no pudo batir a un soberbio Bono que detuvo el disparo del marroquí. Diez minutos después, el combinado catalán disfrutó de una jugosa oportunidad de Granell que Vaclik desbarataría. En el veinticinco, el Girona pudo morder por medicación del que una vez fuera canterano nervionense Bernardo, pero Vaclik, nuevamente, le arrebataría el plato del gol en último momento. 

Rebasados los treinta minutos, los ánimos se calmaron y el juego pasó a estabilizarse y ser una batalla concentrada sobre todo en el centro del campo. Sarabia, que fue de los más destacados del Sevilla en esta tarde para olvidar, sería el próximo en intentarlo para los andaluces con un chut desde la frontal flojo y fácil de atrapar para Bono. Siendo así las cosas, González González decretaría el final de los primeros cuarentaicinco minutos con todo por decidir para el segundo asalto, que se presuponía trepidante. 

El Sevilla se desdibujó del choque

Lo cierto es que el vaticinio anterior no se vio cumplido, pues quien sabe si fue por ineptitud hispalense o por acierto gerundense, pero los chicos comandados por el entrenador de Utrera se borraron automáticamente del partido sin la mediación de diversos actores como se ha dado en otras ocasiones. El Girona avisó por vez primera en esta segunda parte con Marc Muniesa a los mandos, que marraría una clara ocasión al mandar el cuero bastante lejos de la meta del checo. La segunda, producida aproximadamente diez minutos después, sería para el anhelo veraniego sevillista, Cristian Portu, que no estuvo certero para concretar un mano a mano que finalizaría en el lateral de la red.  

Y a la tercera fue la vencida, y es que el fútbol fue justo con los de Eusebio, que estaban poniendo más sangre y ambición para llevarse los tres puntos; contra nacida de un córner sevillano magníficamente llevado por Pere Pons, Stuani y Portu, que terminaría marcando el tres contra dos para la impotencia del plantel andaluz, que veía cómo agonizaba una nueva ocasión de hacerse con la Champions. Y ahí se acabó el envite, con el Girona defendiendo con todo la mínima ventaja e intimidando la portería hispalense y con un Sevilla al que le entraba algún tipo de enfermedad al acercarse al marco de Bono. Y antes del pitido final, Banega protagonizaría la acción más desagradable del partido con una evidente agresión con los tacos cuando poco podía hacer en una disputa con rival.

Y así el Sevilla consumaba una nueva derrota a domicilio, lo cual deja de ser una novedad esta temporada.