El Liverpool visitaba el Camp Nou con la etiqueta de 'ambicioso'. El cuadro de Jürgen Klopp dispone de muchos peligros que podían causar peligro sobre el césped del feudo azulgrana, como el poderío defensivo de Van Dijk, Matip y Robertson, el dominio y el control en el centro del campo o el tridente ofensivo que tanto aterroriza a media Europa.

El primer tiempo, un fiasco del Liverpool

Pero sin duda, de todos los peligros de que dispone el Liverpool el que más se pudo apreciar este miércoles ante el Barça fue el 'Gegenpressing', una técnica que Klopp perfeccionó en su etapa en el Dortmund y que con el Liverpool llegó a un grado de excelencia.

En una primera parte en la que el Barça dominó durante prácticamente los 45 minutos, el cuadro inglés no pudo poner en práctica el famoso 'Gegenpressing' ya que se encontró con un Barça muy vertical, que se olvidó de la posesión lenta y 'espesa' por minutos y que se centró en un juego más ofensivo y vertical con mucha incidencia por las bandas. Cuando el Liverpool atacaba, el cuadro de Valverde era capaz de replegarse y defender con mucha solvencia, anulando por completo un 'Gegenpressing' estéril.

Busquets ante Milner y Alisson | Fuente: Noelia Déniz (VAVEL)
Busquets ante Milner y Alisson | Fuente: Noelia Déniz (VAVEL)

Monólogo inglés en el segundo tiempo

Si los azulgranas habían dominado el primer tiempo de cabo a rabo, la segunda mitad arrancó de la peor forma posible para el cuadro catalán. El Liverpool puso una marcha más en el acelerador y no tardó en hacerse dueño y señor del partido.

El Barça intentó frenar el ímpetu del cuadro inglés controlando la posesión. Fue en ese momento cuando el 'Gegenpressing' entró en juego en su máxima expresión, con una presión asfixiante que anuló por completo la salida de balón del Barcelona. A excepción de Alisson, el Liverpool adelantó filas y puso a todos sus hombres a presionar en campo contrario. Cuando robaban un balón a pocos metros de la portería de Ter Stegen, Salah y Mané se encargaban de poner la pólvora, con Milner y Fabinho entrando desde el centro.

Sin embargo, los Reds no tuvieron la noche y Ter Stegen les frustró las pocas aproximaciones de qué dispusieron. Si perdonas, lo acabas pagando, y Messi aprovechó los errores del Liverpool para sentenciar el partido en 7 minutos con el 2-0 y el 3-0 definitivo. 

No fue el mejor partido de los azulgranas, que fueron a remolque del Liverpool durante prácticamente 25 minutos, una auténtica pesadilla que acabó decidiéndose gracias a la aparición mágica del astro argentino, Leo Messi.