La Segunda División es una categoría muy complicada, probablemente, más que Primera. Aunque el nivel de jugadores sea inferior, es una liga mucho más igualada que otras, ya que según se acerca el final de la actual, solo hay un equipo matemáticamente descendido (otro administrativamente), y todavía no está claro qué equipos ascenderán a La Liga Santander, y mucho menos quiénes irán a los playoffs.

Este año, el Real Oviedo está sufriendo las consecuencias de cometer muy pocos errores en cada partido, pero siendo todos ellos capitales. Mismamente, en el último encuentro ante el Granada, el equipo carbayón jugó una mala segunda parte, condicionada por el único gol del equipo nazarí a poco del descanso, que se dio por un mal despeje de Carlos Hernández principalmente, y la mala colocación de Nereo Champagne. El central jienense está viviendo una época complicada en la capital asturiana, y ese error de bulto lo prueba más aún. 

Al fallo de Carlos se unen los múltiples desastres que provocaron el 3-3 ante el Córdoba que terminó con Anquela despedido, aunque en especial se destaca el que da el último gol de los andaluces. Es inexplicable que un equipo de La Liga 1|2|3 deje a dos futbolistas solos en el área en un saque de esquina justo al final del partido, y lo peor de todo es que el remate se produce con el pie, dando muestra de la poca contundencia y concentración defensiva. En el partido anterior, después de jugar mucho mejor que Las Palmas, y haberse adelantado tras el error del guardameta canario, a Nereo Champagne se le escurre un esférico por entre las piernas, por exceso de confianza, y el tanto canario sube al marcador, dejando otra vez al Real Oviedo con un solo punto y muy mal sabor de boca. 

Unas semanas antes, en el derbi asturiano, se dan dos fallos graves, aunque solo hubo que lamentar uno de ellos. Primero, Bolaño comete un penalti tonto, aunque el guardameta argentino, Champagne, es capaz de repeler el lanzamiento desde la pena máxima. Ya en el final del partido, Toché falla un remate bien sencillo a apenas un metro de la portería, ya que decide darle con la cabeza, no imprimiendo apenas fuerza sobre un esférico que llega mansamente a las manos de Mariño, dejando sin gol del empate hasta el polémico anulado a Ibra minutos después. 

Ya anteriormente se cometieron fallos graves que impidieron al Real Oviedo alzarse con la victoria, especialmente de concentración, aunque en los últimos partidos este patrón se ha repetido mucho más, dejando al oviedismo huérfano de alegrías en las pasadas semanas.