Cuando alguien dentro de muchos se pregunte cómo fue aquella temporada de la que todos hablan como una de las peores, si no la peor, de la historia del Real Madrid, bastará con mostrarle el último partido a modo de resumen. 

Los últimos noventa minutos han sido un recopilatorio excepcional de todos los errores tácticos y de actitud de lo que ha sido el conjunto blanco este año. Ni Lopetegui, ni Solari ni Zidane han sido capaces de mejorar el rendimiento de muchos futbolistas que hoy, paradójicamente con un encuentro horrendo, han cerrado uno de los ciclos más gloriosos del Madrid. 

Sin el control del balón no hay diversión

Sin nada en juego y siendo el último encuentro de la temporada, era lo ideal para poder dar una despedida de altura a la afición. Un partido para divertirse con jugadores jóvenes como Brahim o Vinicius que, con el balón en los pies y sin presión, podrían hacer las delicias de un Bernabéu encantado con ellos dos. Sin embargo, si el balón no llega a los pies de los virtuosos, la diversión es imposible. De las ganas de pasarlo se pasa a la necesidad de trabajar y eso, precisamente, no ha existido en el Real Madrid este año.

El balón no llegaba a los pies de los magos de arriba porque antes no pasaba por el mediocampo. Una gran parte del mérito lo tuvo una presión alta del Betis y la otra parte una pésima salida desde atrás madridista. Incapaces de dar dos pases seguidos para saltar la primera línea de presión bética. Los fallos en balones que parecían sencillos fueron muy recurrentes y las posesiones de los de Zidane no duraban más de medio minuto. Ni siquiera Benzema estuvo tan activo como acostumbra para bajar al medio del campo a ayudar y tan solo Modric puso algo de su parte. Aunque fue insuficiente.

La concentración defensiva sigue sin aparecer

Como se ha comentado antes, cuando el balón no está en los pies de los cracks, toca trabajar para recuperarlo. Y sin nada en juego y con una actitud cuestionable era misión imposible. 

La actitud defensiva continuó en la línea de toda la temporada. Es decir, no existió. Varane y Nacho no están al nivel que se espera de ellos y de Marcelo poco más se puede decir que no se haya dicho ya. El primer gol verdiblanco ocurrió tras un gran de Lo Celso a Guardado que ningún defensor tuvo a bien seguir en la carrera. Tampoco lo hizo nadie para cubrir la entrada de Loren en el segundo palo. Un gol tantas veces visto este año que a nadie sorprendió, pero que fue la gota que colmó el vaso para que desataran los pitos una vez más.

Lo Celso gobernó el partido a su antojo recibiendo siempre entre líneas. Nadie se encargaba del argentino y cuando dejas a alguien con tantísima calidad recibir solo, pasa lo que tiene que pasar.

Con esas claves transcurrió otro partido más. Por suerte, el último. Se cierra un año desastroso y se cierra a su vez una etapa gloriosa. La peor forma de homenajear a un equipo de leyenda que ha terminado por los suelos.