27 de mayo de 2018. Pocos días después de permitir al Huesca certificar su primer ascenso a Primera División, el Lugo visitaba Vallecas en la jornada 41, con horario unificado. Un partido vital para el Rayo Vallecano que, de obtener un triunfo, también formaría parte de la máxima categoría junto al equipo oscense. La hinchada era consciente de la importancia del duelo, un objetivo que llevaba resistiéndose dos encuentros (Córdoba y Alcorcón), y querían que a la tercera fuera la vencida. Precisamente por eso, horas antes, los alrededores del estadio o zonas cercanas estaban inundadas de rayistas.

Con el descenso a Segunda División siendo una realidad para los de la franja, se cumple un año de aquel partido que les catapultó a la máxima categoría

La marea franjirroja quería animar a su equipo, y lo hicieron a todo pulmón antes incluso de que la plantilla llegara al Estadio de Vallecas, pero también mientras bajaban del autobús y se dirigían al vestuario. Miles de gargantas cantaban al unísono para apoyar a unos jugadores tan ilusionados como cautos, y a la vez nerviosos. Unos futbolistas comandados por uno de los héroes del rayismo, Míchel.

El partido se vivía con muchos nervios en un estadio que estaba a rebosar, donde no cabía un alfiler, y cada ocasión era intensificada como si fuese la última del encuentro, hasta que llegó el minuto 40. Trejo, de forma poco habitual, sacó desde la banda, buscó la posición de un decidido Álex Moreno, quien cogió el esférico y sin pensarlo, le pegó al balón más bien con el alma que con la pierna izquierda, para mandar el balón al fondo de las mallas. Un trallazo que hizo estallar de felicidad al catalán y al equipo, pero también a toda una hinchada. El estadio vibraba debido a los gritos, aplausos, saltos y demás reacciones, ante un gol de semejante índole.

Álex Moreno celebrando su gol ante el Lugo | Fotografía: Rayo Vallecano S.A.D.
Álex Moreno celebrando su gol ante el Lugo | Fotografía: Rayo Vallecano S.A.D.

No se vivió ningún gol más aquella tarde de domingo, pero aquel fue suficiente para que, cuando el árbitro pitase el final del encuentro, el Estadio de Vallecas fuese invadido por una afición increíblemente feliz de conseguir el séptimo ascenso del Rayo Vallecano. Juntos, jugadores y afición, además de allegados a los protagonistas, celebraron sobre el césped una victoria histórica para los franjirrojos. Una fiesta que siguió por las calles madrileñas, donde los jugadores pasearon en el autobús preparado por el equipo hasta llegar a la Fuente de la Asamblea. Allí, entre bengalas, cánticos y demás, se puso el broche de oro a una noche inolvidable para el rayismo. Y hoy, 27 de mayo de 2019, aquel recuerdo devuelve la ilusión a una hinchada decepcionada por el último paso de los rayistas por Primera División.