Primer partido de la fase de grupos y primera victoria, no solo de este Mundial, sino de la historia de España en un Campeonato del Mundo femenino. Un hito que quedará marcado para siempre en la memoria futbolística de un país y que, para conseguirlo, hubo que sufrir. Quizá más de lo esperado.

La velocidad sudafricana, letal

La ilusión con la que llega España a este Mundial es muy elevada. El fútbol femenino español está siendo uno de los abanderados de este auge que está experimentando en los últimos años. Desde los alrededores del cuerpo técnico y las jugadores, se venía desde hace tiempo intentado rebajar esas expectativas y concienciando de que España estaba encuadrada en uno de los grupos más difíciles, si no el que más, del campeonato. Sin embargo, si había algún partido que parecía a priori asequible era el de Sudáfrica. 

Las africanas debutaban en un Mundial y llegaban con la ventaja de la ilusión, aunque con la desventajas de la inexperiencia. Algo que no se notó en casi ningún momento del partido. Las sudafricanas salieron a hacer lo que mejor saben y lo hicieron casi a la perfección. Replegadas atrás y bien posicionadas, cada pérdida de balón española era una oportunidad para lanzar a sus balas por las bandas. No llegaba con demasiados efectivos, pero tan solo tres jugadores eran suficientes para crear el desconcierto en la zaga roja. Así, tras un contragolpe, llegaba el primer gol africano culminado con un remate espléndido de la que fue su mejor futbolista, Kgatlana, todo un dolor de cabeza para la defensa española. 

El problema persistía y era la incapacidad para conectar entre las jugadoras con más visión como Mariona y Alexia. El control era absoluto pero sin llegar a concretar ninguna jugada ante un rival bien cerrado que, antes del descanso, tuvo alguna clara para poner incluso más distancia en el marcador. El mal que tantas veces había experimentado la selección masculina, llegaba también a la femenina. 

Una reacción asistida por el VAR

Comenzó la segunda parte con modificaciones tácticas de Jorge Vilda que dio entrada a dos jugadoras jóvenes como Lucía García, que acabaría haciendo el tercer gol, y Bonmartí y cambiando a los laterales de posición. Este último cambio que situó a Marta Corredera marcando a Kgatlana fue importante, pues la extremo sudafricana apareció mucho menos que en los primeros 45 minutos.

El disparo al larguero de Hermoso al poco de empezar dio la sensación de que en la segunda mitad se vendría una avalancha en busca de la remontada. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, los síntomas de la primera parte se repetían. Mucho dominio sin finalización. Lo positivo es que los contragolpes africanos llegaban con muchísima menos asiduidad. 

El partido se atascaba cada vez más y parecía imposible superar a una defensa que se limitaba a estar bien posicionada. Los disparos lejanos eran la única solución y, en una jugada así, llegó el penalti. Un intento desde lejos de Jenni Hermoso tocó en la mano Van Wyk y la colegiado señaló la pena máxima que transformaría la misma jugadora que lo había provocado. Poco después, esta vez con más polémica tras tener que acudir al VAR, llegaría el segundo lanzamiento desde los once metros, otra vez transformado por Hermoso.

Suspiró de alivio la selección tras darle la vuelta al marcador y la sentencia llegaría al poco tiempo tras un balón filtrado que Lucía con velocidad aprovechaba para driblar a la guardameta rival y hacer el 3-1.

Tres puntos que suponen la primera victoria en un Mundial para comenzar con buen pie. El VAR le sacudió el susto del cuerpo a una España que ya centra sus miradas en sus dos próximos partidos. Dos encuentros ante rivales más potentes y en los que tendrá que mejorar bastante si quiere tener opciones de pasar a la siguiente ronda.