Lo que empezó siendo un equipo difícil de derrotar y temido por cualquier rival europeo, terminó siendo el abatimiento personificado. Si no hubiera sido por la consecución del alirón en la competición doméstica, los de Ernesto Valverde no hubieran maquillado con parches una temporada que finalmente, ha resultado ser un caos para olvidar a nivel nacional e internacional. Lo esperado era que la plantilla consiguiera el triplete aprovechando que otros rivales ya habían caído entre tanta competencia. Con un vestuario lleno de talento y un filial con alternativas, el conjunto azulgrana únicamente necesitaba un último empujón para certificar el jaque mate definitivo.

Todo pintaba demasiado bien en el momento en el que el equipo se proclamaba campeón de la competición de la regularidad y se presenciaba en las semifinales de la Copa del Rey y en las de la máxima competición continental. Con confianza, los azulgranas encaraban los retos más importantes en el tramo más importante. Nada podía salir mal. Nadie quería confiar demasiado, pero la situación invitaba a ello.

Temporada a temporada, los objetivos blaugranas pasan por ganar todos los títulos posibles, siendo algo que ya sucedió con Pep Guardiola al frente del timón. Año tras año, el equipo se postula como uno de los imbatibles, ya que lleva, desde 2009, ganando, al menos, un título por temporada. Pero la afición está cansada de tanta monotonía y pide algo más. La consecución de la gloria europea no es algo imposible y tras varias temporadas sin poder hacerlo, tocaba hacerlo en una temporada en la que todo marchaba viento en popa. El objetivo prioritario de los azulgranas pasaba por levantar la UEFA Champions League en el Wanda Metropolitano el 1 de junio. A partir de ahí, cualquier cosa se convertía en un plus para los de Ernesto Valverde.

Con Leo Messi a la cabeza y Marc-André ter Stegen bajo palos, la mecha goleadora y la seguridad hacían que los aficionados confiaran hasta el final en poder celebrar la consecución de los tres títulos que había en juego. En una temporada en la que se han jugado cuatro partidos contra el máximo rival, todos superados con éxito, cualquier reto parecía fácil hasta que el Liverpool Football Club y el Valencia Club de Fútbol hicieron de los presagios del caos una realidad: lo dado no había sido suficiente.

Pleno y derrota inesperada en la Copa del Rey

Leo Messi en una disputa de balón con Geoffrey Kondogbia durante la pasada temporada | Foto de Noelia Déniz, VAVEL
Leo Messi en una disputa de balón con Geoffrey Kondogbia durante la pasada temporada | Foto de Noelia Déniz, VAVEL

El camino de los azulgranas en la competición nacional comenzaba con el objetivo de seguir manteniendo el monopolio de victorias que había conseguido en temporadas anteriores. Con treinta trofeos en sus vitrinas, los azulgranas daban el pistoletazo de salida cruzándose con una Cultural y Deportiva Leonesa peleona. Ante la facilidad del duelo, los de Ernesto Valverde respondían con un 0-1 en el primer choque y culminaron la primera eliminatoria con un resultado global de 5-1 en el marcador. Clément Lenglet, Denis Suárez, Malcom Oliveira y Munir El Haddadi fueron los protagonistas y artífices de una goleada que terminó metiendo al equipo en los octavos de final de la Copa del Rey.

En la siguiente fase, el caos se presenciaría como escollo a batir para el conjunto de Ernesto Valverde. El sorteo de los dieciseisavos deparaba un choque contra el Levante Unión Deportiva de Paco López. En el partido de ida, los granotas conseguían pegar la sorpresa y consiguiendo un 2-1 en el marcador, veían con esperanzas la posibilidad de pasar a los cuartos de final. En ese duelo, el técnico cacereño alineaba al defensa central del filial, Juan Brandáriz. Más tarde, esa decisión se convertiría en incertidumbre y pesadilla a la vez. De cara al partido de vuelta, el conjunto valenciano decidía denunciar alineación indebida del jugador por una sanción que acumulaba en la Segunda División B para frenar las aspiraciones del Fútbol Club Barcelona en territorio nacional. Finalmente, el segundo partido de la eliminatoria pudo disputarse después de que la jueza de Competición de la Real Federación Española de Fútbol, Carmen Pérez, fallara que era imposible imponer sanción alguna porque el club granota había reclamado fuera de plazo. Tras el susto, los de Ernesto Valverde consiguieron superar ambos choques con un resultado final de 4-2 en el marcador.

Ya en los cuartos de final y con el contador reiniciado, los azulgranas se cruzaban con el Sevilla Fútbol Club Barcelona. Comenzaba el tramo más serio de la competición y para el plantel de Ernesto Valverde, el reto era difícil. Lo que empezó con una derrota en el marcador, registrada en el Ramón Sánchez-Pizjuán, terminaba como una goleada que permitía una remontada para recordar. Los goles marcados por Pablo Sarabia y Wissam Ben Yedder en el partido de ida, eran eclipsados por una gesta confeccionada por los goles conseguidos por Ivan Rakitić, Leo Messi, Luis Suárez, Philippe Coutinho y Sergi Roberto y un resultado global de 6-3 en el marcador que permitía a los azulgranas progresar hasta unas semifinales más que emocionantes.

La siguiente fase puso el broche de oro a la temporada copera. Después de mucho tiempo, Fútbol Club Barcelona y Real Madrid Club de Fútbol se volvían a ver las caras en territorio nacional para luchar por una plaza en la final que se disputaría el 25 de mayo en el Benito Villamarín. En el primer duelo, la incertidumbre se postulaba como protagonista después de que el empate en el marcador dejara todo por decidir en el partido de vuelta. En el Santiago Bernabéu, ambos equipos conocerían la sentencia definitiva. Con otro espectáculo, los azulgranas liquidaban a su máximo rival con un resultado global de 1-4 y gracias a los tantos marcados por Luis Suárez y un fallo de Raphäel Varane, que metía uno en propia puerta.

La victoria ante su máximo rival, permitía al Fútbol Club Barcelona ser el primer equipo en pasar a la final del Benito Villamarín, pero no todo sería de color rosa. En el feudo verdiblanco y después del batacazo sufrido en la máxima competición continental, el caos se haría efectivo y el equipo caería ante un Valencia Club de Fútbol que en el año de su centenario, conseguía hacer historia y desbancar al monopolio personificado del trono español.

El alirón en la competición de la regularidad sigue ahí

Philippe Coutinho contra el Deportivo Alavés | Foto de Noelia Déniz, VAVEL
Philippe Coutinho contra el Deportivo Alavés | Foto de Noelia Déniz, VAVEL

Nadie dijo que fuera fácil, pero el Fútbol Club Barcelona terminó haciéndolo. Ernesto Valverde conseguía alzarse con su segundo título liguero consecutivo y el conjunto azulgrana llegaba a su vigésimo sexto título.

La era marcada por la presencia del técnico cacereño en el banquillo ha sido una época de picos de brillantez y de fútbol efectivo y pragmático. Hay que recordar que el de Viandar de la Vera llegaba al Camp Nou en el momento en el que Neymar da Silva ponía rumbo hacia París para seguir puliendo su carrera como delantero en el Parc des Princes. Ante la ausencia del brasileño, Leo Messi y Luis Suárez se vieron obligados a recomponer un vacío más que significativo y actualmente, pueden considerarse como los dos jugadores que han incrementado el gran valor competitivo de la plantilla.

Teniendo prácticamente la misma ventaja que consiguió mantener el año pasado respecto a sus rivales, el Fútbol Club Barcelona conseguía otro título liguero que prorrogaba el monopolio del equipo en la competición de la regularidad. Habiendo conseguido la distinción en ocho de las últimas once temporadas, el conjunto azulgrana puede presumir de ser el único equipo a batir en territorio español gracias a la influencia descomunal de Leo Messi y unos cuantos más. El capitán argentino puede sentirse orgulloso por haber liderado un proyecto en el que entonar el alirón resulta ser una rutina.

En esta temporada liguera, el delantero rosarino ha seguido creciendo y se ha postulado como el principal motor del equipo. Con una capacidad de desborde envidiable, muchas veces ha ocupado el lugar que naturalmente le pertenece a Luis Suárez en ataque y además, ha demostrado saber combinar muchas dotes como la de absorber el juego como ya lo hizo en su día Xavi Hernández, desbordando a los rivales y marcando goles como un ariete puro. Con Luis Suárez y en ocasiones, compañeros de ataque rotatorios como Ousmane Dembélé o Philippe Coutinho, el Fútbol Club Barcelona ha cerrado un año memorable si miramos los registros conseguidos en LaLiga Santander.

Respecto a su rival más perseguidor, el Club Atlético de Madrid de Diego Pablo Simeone, cabe destacar que los rojiblancos han sido los únicos capaces de competir por el título liguero, habiendo dejado muy atrás al Real Madrid Club de Fútbol, que ha vivido un curso para olvidar por la situación convulsa que le ha afectado a nivel nacional e internacional y que ha terminado con dos destituciones y un regreso.

Respecto a los minutos cosechados por cada jugador, hay que destacar que Clément Lenglet y Arthur han sido los jugadores que han tenido más protagonismo del esperado. El central galo sustituía a su compatriota lesionado, Samuel Umtiti y haciendo pareja con Gerard Piqué, ha terminado integrando una de las retaguardias más sólidas de la competición doméstica.

El técnico cacereño ha apostado por unos onces iniciales en los que las rotaciones en algunas posiciones han fomentado la competencia. Arthur Melo, Arturo Vidal, Nélson Semedo, Ousmane Dembélé, Philippe Coutinho y Sergi Roberto han sido los protagonistas de los cambios efectuados. Por otra parte, Ernesto Valverde ha prorrogado su confianza en jugadores como Gerard Piqué, Ivan Rakitić, Jordi Alba, Leo Messi, Luis Suárez y Marc-André ter Stegen, ya que siempre han dispuesto de un puesto fijo en los partidos más importantes.

Así ha sido la competición de la regularidad para los azulgranas: ni un Club Atlético de Madrid loable ni un Real Madrid Club de Fútbol inaudible han podido con el campeón.

La UEFA Champions League, un trauma

Gerard Piqué y Sergi Roberto en una disputa de balón con Sadio Mané | Foto de Noelia Déniz, VAVEL
Gerard Piqué y Sergi Roberto en una disputa de balón con Sadio Mané | Foto de Noelia Déniz, VAVEL

Después de lo vivido por el Fútbol Club Barcelona en temporadas anteriores, podemos sacar una conclusión firme: Europa se le resiste. La máxima competición continental se ha convertido en fuente de lágrimas y ha generado un trauma importante en la plantilla. Demasiada frustración y demasiada rabia. Siendo un equipo tan grande, el objetivo de cada temporada es único a pesar de que haya varias ramificaciones: ganar la UEFA Champions League es una prioridad. Ante el reto más exigente, máxima ambición.

El daño ya estaba hecho desde lo que sucedió en Roma, pero el infortunio se ha hecho notar entre la plantilla azulgrana. Esta vez, la derrota ha dolido más. Habiendo conseguido llegar hasta las semifinales, una fase en la que en el partido de ida, habían echado su firme candidatura para llegar a la final de Madrid, los de Ernesto Valverde visitaban Anfield con una confianza que terminó siendo verdugo. Allí, ante la presión ejercida por los aficionados del conjunto británico, sucumbieron con otra remontada para olvidar. En ese momento, Europa se le volvió a atragantar. Todo pasó en el momento en el que todos creían que la sangrante herida del torneo se iba a cerrar. Finalmente, la herida se hizo más grande tras el gol marcado por Divock Origi, héroe insurgente de los de Jürgen Klopp, que terminaron confeccionando una de las gestas más legendarias de su historia.

Lo sucedido en territorio italiano sobrevoló el estadio del conjunto británico aquella noche y los jugadores se agarrotaron. No hubo reacción. En poco tiempo, se quedaron fuera de la competición.

Después del gran trauma, la realidad se tiñó de negro: la caída en Europa les dejaba sin triplete.