Si alguien se las prometía plácidas para el tercer partido de la gran final de la Liga Endesa, iba muy mal encaminado. Esta vez ante su público, el Barça Lassa, que volvió a hacer gala de su orgullo para hacer frente al vigente campeón, corrió diferente suerte de la vivida en el WiZink Arena en un escenario más que similar al del pasado lunes. Si en la capital Jaycee Carroll imponía su ley desde más allá del perímetro, la ciudad condal resultó un escollo para la suerte de Trey Thompkins quien erró en la oportunidad para ponerse por delante con el 78 a 77 ondeando en el marcador. Esta vez el luminoso se quedó inmovil y propició la  victoria azulgrana, que volverá a jugárselo todo en el cuarto partido. Logró forzar una nueva revancha el elenco de Svetislav Pesic en otro duelo de altos vuelos, marcado por la tensión vivida en ambos lados de la cancha y en la grada. El Madrid puso los triples y el Barça el poderío interior y la defensa para brindar un auténtico clásico al aficionado. Thomas Heurtel (21 puntos) volvió a liderar las opciones culés para hacerse con la victoria.

Lucía imponente el preciado trofeo aguardando su poseedor, un Real Madrid ansiando levantarlo a las primeras de cambio o un Barcelona Lassa necesitado de una victoria para seguir con opciones a hacerse con él. Se auguraba una nueva batalla decidida por milésimas como ya sucediera en el segundo asalto vivido el lunes en la capital. Para una heroíca gesta, el Barça Lassa se encomendaba a los suyos. En cada alma del Palau Blaugrana ardía como si de una cicatriz se tratara el fatídico triple con el que Jaycee Carroll sacudía por completo la lucha brindada por el conjunto de Svetislav Pesic en el segundo duelo del WiZink Arena. Escocía y mucho ese golpe que a falta de un segundo significaba el 2 a 0 en la finalísima de la Liga Endesa, resultado inapelable tal y como dictan los precedentes. Pero ese ardor escondía una sed de venganza que la parróquia culé quiso sacar a relucir desde el minuto uno haciendo del Factor Palau la medicina para combatir al eterno rival. La caldera azulgrana prendía fuego ya antes del choque, con los Dracs dando el toque de corneta , y deslumbrando con un intimidante mosaico formado por cerca de 8.000 cartulinas que aglomeraban el templo barcelonista. 

El Madrid domina a base de triples

Comenzó mandando el Real Madrid desde más allá del perímetro, gracias a las anotaciones de Rudy Fernandez, Facu Campazzo y Sergio Llull, que sobre la bocina silenciaba al Palau Blaugrana. Hizo lo propio el Barcelona desde la pintura, donde una vez más volvió a ser superior  a su rival. Sin embargo, no resultaba efectivo en los primeros compases del choque, viendo como pasaba por encima el acierto exterior blanco.  Sobrevivió el elenco de Pesic al primer periodo imponiéndose por la mínima (19 a 18), gracias a una última defensa providencial fruto de la pizarra de Pesic.

Roland Smits y Trey Thompkins protagonizaron uno de los duelos en la pintura. FOTO: Noelia Déniz
Roland Smits y Trey Thompkins protagonizaron uno de los duelos en la pintura. FOTO: Noelia Déniz

Acogido al mismo ritual que sentenciaba al conjunto culé el pasado lunes, Jaycee Carroll arrancaba el segundo cuarto hacía uso de su muñeca para poner a los blancos por delante desde más allá del perímetro. A modo de dejà vu también volvía a irrumpir sobre el parquet la figura de Thomas Heurtel, quien mantuvo vivas las esperanzas culés en Madrid, que volvía a llevarse a los suyos a las espaldas. Fue el francés el encargado de resucitar a los de Pesic tras un parcial de 0 a 7, el más contundente para el Madrid en el transcurso del segundo cuarto. Sin embargo, poniendo rumbo al túnel de vestuarios, el luminoso reflectaba un colchón de seis puntos de los de Pablo Laso.

Siguió con paso firme hacia la conquista del título el Real Madrid tras el descanso, ampliando su ventaja hasta los nueve puntos. Kyle Kuric y Thomas Heurtel acercaban a los suyos ante un Palau que comenzó frío tras el pase por vestuarios pero que estallaba al ver como su equipo lograba levantar ocho puntos de ventaja. El factor Palau comenzaba a tener su efecto en el marcador, intimidando los ataques blancos y aúpando a los suyos hacia la soñada remontada. Con la igualdad máxima ondeando en el marcador, Thomas Heurtel invocaba a la grada para recoger su aliento. No era capaz de encontrar el Real Madrid la manera de desencallar un enaltecido choque, hasta que apareció Llull, autor de  dos triples consecutivos,para poner miedo en el banquillo culé.

Barça y Madrid, al límite a lo largo de todo el encuentro. FOTO: Noelia Déniz
Barça y Madrid protagonizaron un duelo de altos vuelos. FOTO: Noelia Déniz

Con la tensión que imperó durante todo el choque, el cuarto periodo resultó otro tramo de agonía, no apto para cardíacos. Barça y Madrid brindaron un intercambio de golpes en el que parecía que ninguno de los dos pudiese salir vencedor. Sin embargo, la iniciativa blanca seguía dominando en el parquet con el reloj en marcha, lo que hacía acercar cada vez más a los de Pablo Laso al trofeo liguero. A pesar de que la emoción estaba en lo sucedido en la pista, el equipo formado por Carlos Cortés Daniel Hierrezuelo no se salvaron de copar el centro de las miradas, con alguna que otra decisión polémica. El cuadro blanco, por su parte seguía con su acierto en triples, clave para decantar el duelo a su favor. Kuric y Tomic respondían por enésima vez aguantando el arreón blanco y colocando a su equipo a uno cuando faltaba poco más de minuto y medio para el pitido final. Todo por decidir.

Era Singleton quien a falta de de 30 segundos ponía al Barça Lassa mucho tiempo después para soñar con la victoria. Pero el Madrid no había dicho su última palabra. Hombre contra hombre para decidir el último ataque ante un Palau en llamas. Desperdició el penúltimo ataque el Madrid, pero a falta de diez segundos el balón volvía a ser  blanco. Una vez más, la agonía llamaba a la puerta de la final para ejercer de protagonista. Una formidable defensa azulgrana hacía saltar por todo lo alto a la grada culé, viendo como el tercer partido se quedaba en casa. 78 a 77 en otro final agónico.