Una vez finalizada la temporada del Real Oviedo, se puede llevar a cabo un balance, ya en frío, de una campaña en la que el conjunto carbayón, volvió a quedarse a las puertas de disputar el playoff de ascenso a Primera División. Dichas posiciones, hubieran supuesto un plus económico tanto por vía clasificatoria como por vía recaudatoria. Es decir, el sexto clasificado recibe más dinero que el séptimo, además de lo que de por sí se recauda en taquilla en un partido –como mínimo- de fase de ascenso.

El buen momento de forma, en el lugar equivocado

Ese plus nunca llegó por diversas razones. Al contrario que en años anteriores, el Real Oviedo en ningún momento de la temporada tuvo un pico de forma que le permitiese aspirar a cosas más grandes y, aunque es cierto que otros años sí que se llegaba a ese buen momento, este nunca ocurría en el momento adecuado. Siempre se llegaba a él lejos de mayo, el mes donde se decide todo.

Todo esto, lo que demuestra es que la deficiencia más clara del equipo azul es la preparación física, ya que nunca se alcanza el mejor estado de forma en el momento en el que se tiene que hacer, por lo que está claro que la cuantificación de las cargas de entrenamiento y la distribución de las mismas en las diferentes posiciones, tiene mucho margen de mejora.

En cuanto a lo futbolístico, la campaña comenzaba gris. El Real Oviedo recibía al Extremadura, un debutante en la categoría. Se firmó una primera parte espectacular, pero se perdonó al rival y el equipo lo acabó pagando. A largo plazo podríamos extrapolar las sensaciones de ese encuentro en muchos otros partidos del curso. El Extremadura acabó empatando en una acción a balón parado al igual que lo hicieron, también en casa, Lugo y Las Palmas, en segundas partes para olvidar.

Un inicio extraño

Sin embargo, el rumbo del equipo carbayón lejos del Carlos Tartiere parecía invertirse con respecto a la dinámica de la pasada campaña. Las victorias en Lugo y Córdoba y el empate in extremis en Carranza, parecían alterar el ADN oviedista, caracterizado siempre por fortaleza local e inoperancia visitante.

Edu Cortina conduce la pelota en el partido de su debut, en el Anxo Carro lucense. | Imagen: Real Oviedo
Edu Cortina conduce la pelota en el partido de su debut, en el Anxo Carro lucense. | Imagen: Real Oviedo

Las horas de sol se acortaban, el invierno arreciaba y con él llegó un derbi que podía dictar sentencia no sólo en el banquillo del Real Oviedo, sino también en el de su eterno rival, el del Real Sporting de Gijón. Y así fue, el favorito en partidos con tan poco fútbol casi siempre suele ser el equipo de casa, al que la afición le da unas alas extra cuando el buen juego brilla por su ausencia.

Anquela salvó su primer ‘match ball’ gracias a una victoria por dos tantos a uno. No así su homólogo en el banquillo sportinguista. Y aunque el jienense continuó al mando, era un pequeño aviso de lo que estaba por llegar. Si algún momento de la temporada hay que destacar del conjunto de la capital del Principado, ese es la vuelta al cole.

Anquela, durante una rueda de prensa.
Anquela, durante una rueda de prensa. | Imagen: Real Oviedo

El "mejor" momento, después de Navidad

Tras los regalos de Navidad, el Real Oviedo pareció haber tomado ventaja ante el resto de alumnos, más quizá por necesidad que por iniciativa propia. Se sabía que el equipo se metería en la boca del lobo si no reaccionaba, pero aun así las sensaciones decían que se metería en ella tarde o temprano, como acostumbraba a hacer en el final de cada temporada desde la vuelta al fútbol profesional.

Sin duda el puerto comenzó a subirse en Gijón, con un planteamiento equivocado y que virtualmente sentenció a Anquela. La dolorosa derrota crispó los ánimos de la afición carbayona pero, a pesar de todo, el míster siguió en un cargo que ocuparía hasta el mes de abril.

Tras el derbi, cuesta abajo

Tras el derbi asturiano, una serie de partidos en casa, con el consecuente mal resultado sentenciaron, esta vez de manera real, al técnico andaluz, quien se despidió como un auténtico caballero. Parecía, con el debut de su sucesor en el banquillo, Sergio Egea, que la cosa iba a cambiar e ir a mejor, principalmente por haber conseguido la victoria en Almería, en un partido trascendental, pero está claro que fue un espejismo y que el Real Oviedo estuvo lejos de competir contra otros equipos que luchaban por un mismo objetivo y que, sin duda, fueron mejores que él.

Lo que nos permite sacar en claro el cambio en el banquillo es que el trabajo de Anquela no era tan equivocado como muchos pensaban, a pesar de algún que otro planteamiento conservador y mucha demora a la hora de efectuar los cambios. Egea poco pudo hacer con un equipo destinado a morir en la orilla.