Al guardameta platense no le queda otra que hacer las maletas rumbo a Montpellier. Tras haber estado situado en el mercado durante todo el verano, por fin Gero Rulli ha encontrado acomodo en un club de las grandes ligas.

Entre sus pretensiones, en caso de salir de la Real, entraba llegar a un club con ambiciones europeas, pero esto no ha sido posible; cierto es que, tanto el Mónaco, de la misma Ligue 1 francesa, como el Oporto, el club más potente de la Liga NOS (Portugal), han tanteado al platense, pero finalmente no ha recalado en ninguno de los dos destinos, por motivos diferentes.

El arquero argentino, en gran medida, se ha visto obligado a abandonar la ciudad de San Sebastián, pues era totalmente consciente de que a las órdenes de Imanol Alguacil no iba a gozar de minuto alguno.

Por lo tanto, tras ser el tercer portero de la Real, tras Alex Remiro y Miguel Ángel Moyá, Gero se quedaba sin opciones de jugar, obligándolo a quedarse semana tras semana en la grada. Evidentemente, eso es algo que perjudica gravemente a la progresión del futbolista, y es algo que éste no quiere para él.

La portería txuri-urdin, así, queda más que cubierta, con la presencia del nuevo fichaje Alex Remiro, que, eso sí, no cuenta apenas con experiencia en la máxima categoría del fútbol español, y con el amplio repertorio que puede ofrecer el balear Miguel Ángel Moyá, con una experiencia muy interesante.

En el acuerdo que une a Gero Rulli con el Montpellier, se especifica que éste quedará vinculado al club francés durante esta temporada, en calidad de cedido, con una opción de compra existente, de entre 10 y 12 millones de euros. La entidad más norteña se hará cargo de la ficha del futbolista, pero eso sí, no abonará cantidad alguna por la cesión de éste.

La Real Sociedad es dueña del 70% de los derechos federativos del futbolista, por lo que solamente recibiría la cantidad correspondiente de su posible traspaso.

En definitiva, queda resuelto el culebrón de cada verano, llamado Gero Rulli, creando siempre polémica por sus actuaciones, a veces tan maduras, y otras tan inocentes. Así, el platense aterriza en la ciudad francesa, para hacerse dueño de los palos del Montpellier.