Con los ánimos más calmados, toca hacer reflexión del que fue uno de los peores partidos -al menos en cuanto a resultado- del Real Zaragoza  desde que comenzara su travesía en la Segunda División. 

Como venía siendo casi una costumbre en las últimas fechas, el conjunto de Víctor Fernández encajó -una vez más- un gol en los primeros compases del encuentro. Una gran jugada individual de un magistral Manu García acabaría siendo el origen del gol local, tan solo dos minutos después de que el balón echara a rodar. Encajar un gol tan pronto no hace bien a ningún equipo, y menos a uno en la situación del Real Zaragoza.

El factor anímico  

El equipo visitante llegaba al Molinón con los ojos puestos en una posible victoria que hiciese resurgir los ánimos  del zaragocismo tras una racha negativa de resultados. Esta ilusión de volver a retomar el vuelo se vio de pronto eclipsada por el tempranero gol local, al Zaragoza le tocaba remar contra corriente en un río de aguas muy turbulentas. 

La temprana expulsión de Grippo

Si ya de por sí el transcurrir del encuentro presentaba una difícil remontada blanquilla, casi todas la esperanzas -salvando esa pequeña parte de nosotros que no se lo quiere creer- se perderían con la expulsión del central suizo, tras recibir su segunda amarilla del encuentro. La superioridad numérica del Real Sporting sumada al ya de por sí dominio en el juego llevaron al segundo tanto de los de Jose Alberto López. 

A partir de la segunda parte, con un equipo que ya no creía en la remontada, la liberación de esa misma presión por remontar, hizo que los visitantes comenzasen a mostrar un mejor fútbol del que habían jugado durante los minutos ya transcurridos. A pesar de que el equipo logró plantar mínimamente cara al conjunto sportinguista, esta superioridad fue clave y el tercer gol local llegaría en el minuto 77’ como telonero del que sería el final 4-0.

Una dura derrota que deja a la afición zaragocista con muchas más dudas de las que ya traía de antes y con algunos jugadores señalados. Por el bien del equipo, el Real Zaragoza deberá ganar el próximo encuentro en La Romareda para demostrar que el principio de campaña no fue un espejismo