Que el Barça depende de Leo Messi es una obviedad. Que el rosarino, incluso en su estado más natural, esconde las carencias de su equipo, lo es aún más. Ante el Celta, la teoria que ha amenazado con fuerza en este desconcertante inicio de temporada. Esta vez, en forma del primer hat-trick de la temporada del "10", la suerte corrió a favor del Barcelona, como no lo había hecho en las dos últimas fatídicas disputas del conjunto de Ernesto Valverde ante el Levante y el Slavia Praga. Sin embargo, la tremenda eficacia de Messi a balón parad, no sirvió en absoluto para disipar las dudas que precedían a la visita del elenco de Óscar García al Camp Nou, que en su debut se llevó un correctivo de cuatro goles.

Messi guía la revolución

Obligado tras las pesadumbres vividas ante Levante y Slavia Praga, Ernesto Valverde se sacó de la chistera un once prácticamente inédito y revolucionario con tal de volver a la senda de la victoria ante el Celta de Vigo. La entrada de Sergi Roberto, Umtit, Junior Firpo y Ansu Fati a la alineación, no significó sin embargo una mejora instantánea del conjunto culé, que dejó claro que su crisis va más allá de los hombres que salten al terreno de juego. El Celta, también revolucionado tras la llegada de Óscar Garcia al banquillo, plantó cara desde el inicio, enredando a su rival con esa presión intensa que tanto le incomoda. A Valverde no le dio fruto el experimento de Sergi Roberto como pivote, sufriendo más de lo previsto en las transiciones, y no vio con malos ojos la lesión de Nelson Semedo, -cinco semanas de baja,- para reorganizar el once con Sergio Busquets. El canterano, en su partido número 550, dio, como de costumbre, una cierta estabilidad que se había difuminado en los primeros minutos del choque acompañando a De Jong y a Arthur Melo en la medular.

Ernesto Valverde revolucionó el once y Messi el partido gracias a dos goles a balón parado ante un atrevido Celta

Sin el protagonismo que le requería el partido, el Barça se limitó a ir a contracorriente hasta ver en Messi su única elección. A sus 32 años, el argentino no está para muchos trotes, e hizo del balón parado su arma letal. Primero, desde los once metros convirtiendo una pena máxima por mano dentro del área. Dentro. Casi sin merecerlo, ante el agobio generado por el conjunto celeste, el Barça abría el marcador gracias al de siempre, que colocaba el balón por el centro de la red de Rubén. El tanto engrandeció al Barça y empequeñeció la labor de los hombres de Óscar García, que se habían asentado majestuosamente en el Camp Nou. Majestuoso fue también el tanto del empate celtiña, obra de Olaza, que convertía el primer tiro libre de la noche, provocado por el propio Messi. Minutos más tarde, y al filo del descanso replicaba el argentino con una de sus obras de arte esculpidas sobre la meta rival. El Barça se imponía en un diálogo a balón parado.

Sentencia culé y hat-trick de Messi

Ansu Fati, casi inédito en uno de sus partidos más normales desde su explosión con el equipo, dejaba su lugar a Ousmane Dembelé para arrancar el segundo período con más explosividad por la banda. Respondió el francés nada más moverse el primer balón tras el descanso al reclamo de Valverde, dejando a los 40 segundos uno de sus recorridos vertiginosos que tanto echaba en falta el aficionado culé en los últimos encuentros. Por su parte, el Celta trató de imponer el guión de la primera mitad sin llegar a desesperarse. Presionó alto, sin dejar espacios para la circulación culé, hasta que Messi volvió a encontrarse con una falta al borde del área. El desenlace, el de siempre. Otro gol descomunal del argentino ampliaba una ventaja casi desmerecida. 3 a 1.

Messi sentenció con su segundo gol de falta y culminó otro hat-trick que redondearia Sergio Busquets marcando en su partido 550 como culé

Respiraba el Barça, como llevaba tiempo sin hacerlo, a pesar de la insistencia de un Celta que no daba nada por perdido. Pape Cheikh y Pione Sisto revolucionaron las bandas celestes para tratar de lograr lo imposible, ante  la seguridad de Ter Stegen. Sin embargo, el esfuerzo pasó factura al conjunto gallego y llegó pidiendo la hora al tramo final de un choque menos azulgrana de lo que reflejaba el marcador. Tuvo tiempo el elenco de Ernesto Valverde para redondear el partido, siendo en los últimos minutos Sergio Busquets quien se encontraba con el premio del gol, celebración perfecta para cerrar su choque número 550 como culé. El centrocampista azulgrana puso un gol con el que no se encontró Griezmann, desaparecido en combate e inconexo con su compañero de ataque Messi, todavía en busca de la versión que lo acerque a los 120 millones que costó.