Llegaba Hernández Hernández al Benito Villamarín salpicado por sus dudosas actuaciones cada vez que se cruza en el camino del Betis. Como era de esperar, su papel en el derbi volvió a quedar manchada por varias acciones que fueron muy discutidas por los jugadores verdiblancos, así como por los más de 53.000 aficionados que se dieron cita para tal encuentro.

Parecía que, esta vez, el colegiado canario iba a pasar desapercibido, ya que su actuación durante la primera hora de juego estuvo correcta, aplicando bien los criterios para ambos equipos, y manteniendo la calma entre los jugadores un encuentro que es difícil, debido a la magnitud que conlleva un derbi. Las jugadas que empañaron su actuación llegaron en el último cuarto de hora de duelo, con hasta tres decisiones, que al menos, debió revisar personalmente para obtener un veredicto más fiable.

La primera jugada discutida del encuentro llegó en el minuto 75, tras centro al área sevillista, donde un codazo de Diego Carlos, golpeó el rostro de Joaquín, y que el VAR ni tan siquiera revisó. En esa misma acción, tras el rechace del central, nuevamente un balón al área tocó en el codo de Franco Vázquez, en la cual esta vez sí, intervino la tecnología, que no vio intencionalidad y dejó el lance en nada. La última jugada protestada por los de Rubi, unos insantes más tarde, con una caída de Fekir en el área, tras recibir un claro contacto por parte del '22' del conjunto rival, que, chequeado nuevamente, volvió a decantarse por no señalar la pena máxima, interpretando que no hubo la suficiente carga para el derribo del atacante bético.

Unas decisiones que sin duda podrían haber afectado al resultado final del encuentro, el cual se llevó el Sevilla F.C. por 1-2, y que deja de nuevo a Rubi en la cuerda floja del banquillo del Real Betis, para el que vuelve a sonar con fuerza el regreso de Quique Setién.

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