En una tarde de domingo donde las elecciones generales ocupaban la mayoría de los titulares, dos recién ascendidos con dinámicas totalmente opuestas se encontraban en El Sardinero. Racing y Ponferradina se citaron en busca de tres nuevos puntos que permitieran salir del descenso en el caso de los montañeses, y consolidarse cerca de la zona de playoffs en el de los bercianos. Casi nada.

Pese a ello, pocos equipos han pasado por encima del Racing esta temporada, y la necesidad de puntos hacía prever un encuentro  cuanto menos competido. Y así fue durante gran parte del mismo. Una primera mitad igualada con pocas opciones para ambos, siendo quizás las más claras sendos remates de David Rodríguez que no encontraron puerta por poco. El manchego repetía titularidad, siendo Olaortua el compañero de Jordi Figueras en el centro de la defensa y Toribio el de Mario Ortiz en la medular. El resto permanecía según lo esperado.

Tras el paso por vestuarios, el Racing adelantó líneas al ser el equipo más necesitado de los dos, y fruto de ello ahogó a la Ponfe con constantes llegadas por banda y presión tras pérdida que permitía recuperar el balón rápidamente. Fruto de estos movimientos, Enzo Lombardo recibía cerca de la frontal (el jugador más inspirado en el ataque racinguista), y tras conducir y driblar a varios rivales, su centro raso era rematado por Cejudo hasta el fondo de las mallas. El Racing se ponía por delante, y lo más difícil ya estaba hecho (o eso parecía).

Tras el gol, el Racing no cometió el error de ceder campo descaradamente, como ocurrió ante el Depor, y trató de bajar el ritmo al partido con transiciones entre la defensa y el mediocampo. Y lo que parecía dar sus frutos para un triunfo de ensueño, se convirtió rápidamente en pesadilla. Karim Yoda (no tuvo su día, estuvo poco fino y especialmente apático), erraba en un pase atrás a Mario que recibía Yuri para que, tras una buena asistencia a Isi Palazón, este batiera a Luca en una de las primeras llegadas con peligro de la Ponfe en todo el partido. El partido estaba de nuevo empatado, y los futbolistas no daban crédito.

Tras el empate, lo peor faltaba por venir. El gol impulsó a los bercianos, que se aprovecharon del bajón anímico y físico del Racing. Los verdiblancos no supieron reaccionar al mazazo, y lejos de reponerse (aún faltaban más de 20 minutos), perdieron todo contacto con el balón, no siendo capaces de dar dos pases seguidos y con una fragilidad defensiva terrible. Yuri gozó de un mano a mano muy claro que perdonó, y posteriormente, en el minuto 80, fue derribado por Olaortua dentro del área, cometiendo el penalti que a la postre sería el 1-2. El central vasco cuajó un encuentro notable hasta ese momento, siendo determinante al corte por su velocidad. Sin embargo, aún le falta madurar para evitar esos errores de bulto en los minutos finales que se consiguen con templanza y partidos.

En los minutos finales, cuando todo parecía perdido, Iván dio entrada a Nuha y Jon Ander para pelear balones colgados, y de nuevo, tras una gran jugada de Enzo Lombardo, este asistió para Nuha que, a la media vuelta, definía con clase y algo de suspense tras la revisión del VAR ante la salida de Casto para lograr el definitivo 2-2 en el minuto 90

Resultado corto para las aspiraciones racinguistas, que ven cómo se escapa una nueva oportunidad para abandonar la temida zona de descenso. La fragilidad mental del equipo se torna crítica, y más para una categoría como esta, donde todos los encuentros son competidos y es vital estar enchufados los 90 minutos. Pese a todo, pese al dolor y a la frustración, toca seguir remando. Aún quedan 27 jornadas, y hay que pelear hasta el final. Aunque estén tocados. Aunque les den por hundidos.