Entre una neblina táctica y de sensaciones que parece haberse apoderado del FC Barcelona en este arranque de temporada, hay un nombre que siembra destellos en la mirada de la parroquia culé. No es otro que, para muchos, el fichaje más ilusionante en clave azulgrana de la actual directiva o incluso de la última década, más allá de esos astronómicos precios depositados en la llegada de jugadores de primer nivel como Neymar, Luis Suárez, o el propio Antoine Griezmann, aún no valedor de esos polémicos 120 millones que se pagaron por él. Hablamos de Frenkie De Jong, que a sus 22 años y en poco más de dos meses de competición se ha erigido como la principal alternativa en el juego culé, dejando a un lado el monopolio que Leo Messi vuelve a suscitar en este Barça.

Recapitulando a la pasada temporada, donde el de Arkel despuntó liderando las opciones de un ilusionante Ájax de Amsterdam, no debería resultar nada nuevo el potencial exprimido sobre el terreno de juego, el que para muchos ejercerá como relevo natural de su compatriota Johan Cruyff, del que muchos ya le han otorgado la etiqueta del "holandés volador". Sin embargo, su estado de forma contrasta de manera abultada con el desconcierto futbolístico que reina en el banquillo culé, al que Ernesto Valverde le sigue buscando remedio, y se ha consolidado como líder conceptual de este Barça.

De Jong, timón azulgrana. FOTO: Noelia Déniz
De Jong, timón azulgrana. FOTO: Noelia Déniz

Su imagen conduciendo el balón en busca de la zaga del Slavia Praga es un claro diagnóstico del momento por el que pasa su equipo. A pesar de ubicarse como mediocentro en la pasada jornada de la Liga de Campeones, el guión del partido, marcado por la imprecisión y la irregularidad del elenco culé, obligó a De Jong a salir de su zona posicional y aventurarse al ataque como si del propio Messi se tratara. Casi sin quererlo, ha cogido los galones del equipo como en su día ya lo hizo el argentino, para reenderezar mínimamente el rumbo de un equipo que carece de alma, de esa identidad que muchos reclaman desde fuera y de idea de juego que trata de descifrar su entrenador.

Y es que De Jong se ha salido de su papeleta de joven promesa para levantar a un Barça anémico y ajeno a las críticas que lo rodean. Unas críticas que el holandés ha sido el primero en hacer suyas y en querer rectificar. Tras hacerlo en el Trofeo Joan Gamper, donde sus declaraciones, con la autocrítica por delante, sorprendieron a más de uno, y ante el Slavia volvió a dar señas de ambición que bien merecen el aplauso de los suyos. "El Barça es uno de los mejores equipos del mundo y siempre es uno de los favoritos. Pero me da igual si lo somos o no. Quiero ganar la Champions", declaró tras el empate en casa consciente del margen de mejora que tiene su equipo, contrastando con el silencio de otros compañeros. 

Los números (92% de acierto en pases) avalan al talento culé que ya se ha erigido como uno de los líderes del equipo 

La adaptación de De Jong contrasta con las dudas generadas por su equipo. FOTO: Noelia Déniz
La adaptación de De Jong contrasta con las dudas generadas por su equipo. FOTO: Noelia Déniz

Acompañando a Arthur Melo y a Sergio Busquets en un centro del campo catalogado por muchos como el de la regeneración del "estilo Barça", Ernesto Valverde ha puesto en Frenkie la confianza necesaria para liderar una combinación que ha dado fruto en algunos tramos del curso, como en Ipurúa, o en algunas citas del Camp Nou, pero igual que las otras líneas no ha encontrado ese equilibrio que el equipo necesita. Los datos elogian por sí solos el talento que ostenta la nueva perla culé, que tras su aterrizaje en Can Barça acumula un inmaculado porcentaje en el acierto de pase (92%), su principal facultad que combina a la perfección con una majestuosa conducción del balón. Un diamante en bruto, que en menos de lo esperado se ha erigido como timón del nuevo Barça, pero que no ha logrado transmitir esa ambición que le caracteriza a un equipo descompuesto y que espera rehacerse tras un inicio de temporada más que dubitativo.