Contra la lluvia, contra las expulsiones y contra las lesiones. Resumiendo, con resiliencia, así es como gana el Sevilla FC de Julen Lopetegui, que a cada jornada que trascurre se afianza tanto táctica como clasificatoriamente. Con el triunfo en Pucela, además de erigirse como el mejor equipo a domicilio de LaLiga con cinco victorias en ocho partidos, ilusiona a su afición, que ve en su Sevilla un conglomerado de solidez y efectividad. 

Con una sonrisa de oreja a oreja por la vital victoria cosechada en El Gran Derbi ante el Betis (1-2) llegaba el Sevilla al Estadio José Zorrilla, que quería hacer bueno el pinchazo del Atlético de Madrid del Cholo en Granada y no perder de vista a FC Barcelona y Real Madrid, que superaron sus compromisos frente a Leganés y Real Sociedad respectivamente. 

Por su parte, el Valladolid de Sergio González se reencontraba con el torneo doméstico y con su gente tras el mal sabor de boca que le dejó la goleada encajada en Vitoria ante el Deportivo Alavés por 3-0. 

Gol y a ver pasar los minutos

Los blanquivioletas querían la pelota para incomodar a la defensa sevillista, pero la sala de máquinas hispalense empezó a carburar y se fue quitando el frío de Valladolid paulatinamente. Javi Moyano, que probó suerte para los locales a los siete minutos, cometió sobre Nolito el penalti que supondría la victoria del Sevilla, al que además de agua le llovió un bonus extra, pues Banega erró en primera instancia. Realmente paró Masip, al que le comió la impotencia al ver que se repetía el lanzamiento tras corroborarse a instancias del VAR que el canterano culé tenía los dos pies adelantados antes de que el sevillista contactase con el esférico, el reglamento le jugó una mala pasada. La segunda oportunidad no la desperdició el argentino después de situar el cuero fuera del alcance del meta, que vio cómo entraba por el mismo lado al que se había vencido. 

Con la victoria andaluza campeando en el electrónico, el Sevilla empezó a temporizar el partido, algo que se le está dando muy bien esta campaña. Sin embargo los pucelanos, que están teniendo severos problemas para generar ofensivamente, fueron arrinconando poco a poco a sus rivales. El Valladolid estuvo a nada de conseguir el empate en la que era su primera ocasión pasada la media hora, mas a Sandro -que tan solo ha visto puerta una vez esta campaña después de tres años- no le sonrió la suerte y estrelló un balón picado en el larguero de Vaclik. Normalmente ocasiones como la que tuvo Nolito en el final del primer acto son acciones propias de las segundas partes, donde el equipo que pierde se va arriba en masa y deja espacios atrás para los contragolpes del conjunto que gana, pero esto fue claramente una rara avis. El de Sanlúcar no tuvo su noche y su fallido intento de vaselina cuando estaba solo ante Masip así lo refrendó, el espectacular servicio de Banega al espacio se fue al limbo, como los primeros cuarentaicinco minutos. 

De todo menos fútbol

La lluvia arreciaba en el descanso y así seguiría en todo el partido, pero lo que se echó en falta de manera preocupante fueron las ocasiones y el ritmo, en fin, la salsa que hace este deporte tan atractivo. Soporífero por momentos, el encuentro iba muriendo con el paso de los minutos pese a los más que tímidos intentos de Míchel y Sergi Guardiola. La defensa de Lopetegui se había puesto el mono de trabajo desde el tanto de Banega y había trazado una concertina punzante e inexpugnable en torno a la meta de Vaclik, que fue un mero espectador sobre el terreno de juego leonés. 

Después del ensayo del incombustible Sandro Ramírez llegaron las malas noticias para el Sevilla, las cuales podían poner en peligro el triunfo y por ende, el tercer puesto de LaLiga Santander. Para empezar, Jesús Navas tuvo que abandonar el campo dolorido por un pinchazo muscular, seguramente provocado por los casi diez kilómetros que llegó a recorrer el natural de Los Palacios. En segundo lugar llegó la expulsión de Ocampos por doble amarilla; el argentino se las tuvo tiesas con Míchel desde el lance en el que fue amonestado con la primera cartulina, pero explotó en las postrimerías del choque por una falta que a su juicio no era, siendo expulsado por sus aspavientos. Superados los momentos de tensión, Prieto Iglesias cerró el grifo de fútbol en esta jornada catorce. 

Julen Lopetegui relató una nueva victoria en su cuaderno de bitácora en la mejor tierra posible, en la de José Zorrilla.