Sevilla FC y Qarabag FK disputaban en el Ramón Sánchez-Pizjuán la quinta jornada de la fase de grupos de la UEFA Europa League en un ambiente frío, para nada el habitual del templo sevillista, que es conocido en todo el mundo por ser una auténtica caldera. Quizá por la tranquilidad que ha proporcionado a aficionados y a jugadores el tener la clasificación y el liderato del grupo A asegurados, los cuales se consiguieron con la goleada que se le asestó al Dudelange hace tres semanas y de la mano de la derrota de los azerbaiyanos frente al APOEL por uno a cero. 

Los jugadores de la barriada de Nervión regurgitan alegría y sobre todo confianza en sí mismos, cualidad que Julen Lopetegui ha inyectado en sangre a espuertas. Ser el mejor visitante de toda LaLiga Santander es un motivo más que plausible para estar con la moral por las nubes, y es que hacía mucho que el Sevilla no cosechaba números tan buenos lejos de casa -cinco triunfos de ocho-, que es lo que ha sido su dolor de cabeza en los últimos años. Solo hay que retroceder en el tiempo cuatro días para ser testigos de la última victoria a domicilio, cuando el Sevilla, desde el punto de penalti, profanó el José Zorrilla. 

La apatía como tónica dominante

El Qarabag, que se jugaba el pase como segundo a la siguiente ronda junto al APOEL, salió con actitud al verde español. Lo cierto es que estuvo a punto de aprovechar el letargo inicial del equipo de Lopetegui cuando a los nueve minutos Huseynov probó fortuna con un tiro al primer palo, pero Bono desvió sin complicaciones a saque de esquina. A partir de ahí, el choque entró en un estado apático por parte de ambos equipos, que prácticamente se olvidaron de la pelota. Sin embargo, Escudero levantó a los veinticuatro minutos los aplausos del respetable con un potente chut desde la frontal que se perdió por encima de la meta azerí. 

A partir de ahí, la espesura se adueñó de este Sevilla FC-Qarabag, que vio otra oportunidad en la parte final del primer asalto. Este intento recayó en Munir, que se quedó con las ganas de marcar después de que Begovic desviara su disparo de falta desde la frontal. Así pues, los contendientes se fueron a los vestuarios con el marcador inicial a cero. No obstante, las malas noticias eran para el Qarabag, que se veía cada vez más fuera de la competición al saber que el APOEL ganaba al Dudelange. 

La necesidad del Qarabag no pudo con el gol de Bryan

El segundo acto fue otra historia para la fortuna del aficionado al fútbol, que se quedó con ganas de más tras lo visto en la primera parte. Dabbur hizo al público levantarse de su asiento con una interesante ocasión que terminó con el cuero muy desviado, había avidez por ver un gol del israelí. Pese a lentitud del juego, Nervión pudo cantar un gol sobrepasada la hora de partido; lo hizo un jugador que no es precisamente habitual en los esquemas de Lopetegui como es Bryan Gil, a quien la suerte sonrió tras marcar desde el balcón del área mediante un rebote. 

El tedio parecía disiparse con el paso de los minutos debido a la urgencia del Qarabag, que estaba más eliminado que nunca de la Europa League con los resultados que se estaban dando en esta noche de jueves en el grupo A. Gudelj quería su muesca ante los azerbaiyanos y casi la consigue con un seco disparo que se marchó desviado por poco en el minuto sesentaiocho. En el ochenta, los visitantes volvieron a merodear el marco de Bono con un tiro envenenado que no entró por bien poco. Acto seguido, Richard volvió a la carga con un misil que se fue lamiendo el poste izquierdo hispalense, parecía más cerca que nunca el empate y por ende parecían crecer la esperanzas del Qarabag. Para la desgracia de los de Gurbanov, Dabbur enterró cualquier atisbo de remontada en el descuento con un tiro a la escuadra que significó su primer gol ante su nuevo público. 

Y así fue como el Sevilla alcanzó los quince puntos, en un partido para nada atractivo pero que había que superar. Nervión no volverá a oír los acordes europeos hasta inicios de febrero.

 

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