El colegiado se echó la mano a su silbato y señaló el final de un mes fatídico, así como el inicio de otro más, al menos, inspirador. El Granada CF abandonaba San Mamés con una nueva derrota bajo el brazo. Noviembre, esos treinta días de transición hacia el invierno, daba a su fin de la misma manera con la que llegó. El frío no ha abrazado ni a la ciudad granadina ni al club con cariño, sino que ha adoptado la forma de un sórdido sopapo sin ningún tipo de escrúpulo, de esos que te aportan tanto calor que duele. Los rojiblancos han tenido que afrontar su 'tourmalet' particular y no es que hayan conocido la victoria, sino que se han quedado congelados en su travesía por el fútbol español.

Los de Diego Martínez han conseguido tan sólo un punto de los doce que había en juego. Ni la Real Sociedad, ni el Valencia CF, ni el Athletic Club han sido rivales dóciles para un Granada al que se le atragantó el cuchillo que portaba entre los dientes en el inicio liguero. El conjunto donostiarra, aunque parecía sumiso y llegó a estar contra las cuerdas, mandó un zarpazo directo al maxilar de los rojiblancos para salir de Los Cármenes con todo el botín. Valencianos y bilbaínos tampoco se amedrentaron contra el Granada que había derrotado al todopoderoso FC Barcelona y lo mandaron a la lona en sus visitas lejos del estadio del Zaidín. Por otro lado, el Atlético de Madrid sí fue la víctima de los granadinos en un choque farragoso y competido. Cuando la balanza se inclinaba a favor de los madrileños, estos bajaron la guardia para que Germán les recordara que en Granada la lucha es eterna. Las tablas cerraron el marcador para sumar un punto muy necesario en el casillero rojiblanco horizontal. Todo un extra de fuel para encarar la recta final del mes.

FOTO: Antonio L. Juárez
FOTO: Antonio L. Juárez

 

A raíz del bucle de derrotas, quizá lo más preocupante no fuera el resultado, sino más bien la forma. El conjunto de la ciudad de la Alhambra peleaba como el que más contra los mayores del campeonato, derrochando carácter y coraje en todo momento. Un hecho encomiable teniendo en cuenta su papel de recién ascendido. Por tanto, el problema no residía en la actitud. El problema estaba en la eficacia que aprovechó el Granada en las primeras jornadas. La pólvora se había empapado con tanta lluvia y con tanta borrasca propia de noviembre. Las grandes figuras ofensivas del equipo no han dado con la tecla para crear peligro en el área del contrario. A excepción del balón parado, una auténtica especialidad de los rojiblancos, el ataque granadinista se ha mostrado falto de lucidez y algo tosco. Dos goles en los últimos cuatro enfrentamientos suponen una cifra insuficiente para ser capaz de agrandar el zurrón, y así se ha demostrado.

No obstante, no todo ha sido una desgracia para el Granada. El equipo se mantiene en el décimo puesto de la tabla con 21 puntos, a ocho de su temido descenso. Los que habitan en la parte baja no parecen haber aprovechado el bajón rojiblanco, pues antes de la llegada del frío la diferencia era de once, solamente tres más que a día de hoy. Además, ahora da comienzo diciembre, que traerá algo de calidez para los granadinos con dos encuentros consecutivos en su propio feudo y junto a su afición. Un emplazamiento más hogareño con los locales y más castigador con los visitantes.

El Deportivo Alavés y el Levante UD serán los púgiles que tratarán de alargar el letargo de Soldado, Puertas y compañía para poder salir vivos y con la panza llena de Los Cármenes.

Al Granada tan sólo le queda volver a echar carbón en su maquinaria y volver a empezar. El coraje ya lo tiene, pero la pólvora mojada no explota.