Como si le quedara algo por demostrar, Leo Messi volvió a dejar claro el porqué del Balón de Oro que compartía con su público en los prolegómenos del partido. La presencia del galardón en el Estadi pareció también contagiar al resto de sus compañeros, que junto al astro argentino brindaron a los suyos una de las mejores actuaciones que se le recuerda al elenco que dirige Ernesto Valverde, en vía ascendente tras un renqueante inicio de temporada. No era ni de lejos una cita de altura como podría serlo un duelo de Champions, pero el Barcelona respondió casi como si lo fuera. Lo hizo sobretodo en una primera parte vibrante, que no dió lugar a una posible respuesta de un Mallorca que de manera osada trató de salir vivo del Camp Nou como fuera. 

Balones de oro

Los homenajes previos a un partido deben ser un mal trago para cualquier equipo rival. Más aún si el homenajeado, alardeando ante un público rendido a él, es el mejor futbolista del mundo. Que se lo pregunten a Vicente Moreno, que desde su pizarra nada pudo hacer para detener el hambre imparable de Lionel Andrés Messi, que se fue a casa con dos balones. El argentino, que compartía con los suyos por sexta vez desde que viste de corto su condición de mejor jugador del año, volvió a demostrar que ningún título es capaz de saciarle por completo. Se encargó de desnudar el 4-4-2 que compuso el Mallorca, con el exazulgrana Take Kubo a la cabeza, liderando la mejor versión de su Barça con tres goles como tres soles.

A diferencia de otras noches, no sólo remó Messi, sinó que lo acompañó todo el equipo. En especial sus compañeros predilectos Antoine Griezmann y Luis Suárez, quienes parecieron disipar las dudas acerca de su estado de forma. El primero lo hizo pronto, culminando a la vieja usanza una asistencia que le daba Marc André Ter Stegen desde su meta, y sonriendo, por fin, ante el Camp Nou. El charrúa, por su parte, volvía a dejar boqueabierto a todo el mundo, con una de esas parafernalias que tanto le gusta sacarse de la manga. Pero entre ambos hubo un oasis de buen fútbol y entretenimiento que se extendió durante toda la primera parte sobre el verde del Estadi.

Al cuarto de hora, Messi tiró de hemeroteca para abrir brecha en el marcador. Un endiablado disparo desde la frontal, parecía al cuarto de hora derramar las primeras gotas de lo que se preveía como una auténtica sangría goleadora. A los dos primeros goles culés se sumó una envidiable presión alta que desconcertó por completo al conjunto bermellón. Como en los viejos tiempos, Sergio Busquets instaló sobre su telaraña para capturar todos los balones, y Rakitic y De Jong se complementaron a las mil maravillas para incomodar a la defensa rival en la salida del balón. Con el balón en su poder, con el holandés en el centro de operaciones, los de Valverde desplegaron un formidable juego de pases al primer toque que ya comenzaban a formar parte de la nostalgia culé. 

Un taconazo imposible de Luis Suárez culminó una primera mitad de espectáculo del Barça, que abrió brecha en el marcador con los goles de Messi y Griezmann

Enmedio del monólogo blaugrana, el Mallorca quiso tener también su palabra. Fruto del atrevimiento mostrado por los de Moreno, Budimir lograba el primero de sus dos goles al finalizar una jugada combinativa. Pero la incisión visitante se quedó en nada. Enseguida volvió Messi a las andadas con otro gol marca de la casa. Su segundo, una réplica del primero pero con unos metros más de conducción se coló en la meta de Manolo Reina como si nada. Pero lo mejor aún estaba por venir, y llegó para clausurar el primer acto del espectáculo. Luis Suárez, el pistolero, quería apuntarse a la fiesta, pero quería hacerlo a su manera. Con un gol inverosímil, antológico, el "charrúa" sorprendió a todos sacándose de la manga un taconazo de bella factura que culminaba una deliciosa combinación de paredes al primer toque comandada por Frenkie De Jong

El Mallorca se apunta a la fiesta

Cuatro goles habían sido un castigo más que suficiente para un Mallorca que nada pudo hacer ante la hegemonía ofensiva de Messi y los suyos. Vicente Moreno dijo basta, y los azulgrana accedieron rebajando una marcha a su juego. Se equilibró la partida tras el descanso, con un Mallorca que no dudó en salir a buscar petróleo en el área rival. De hecho, los visitantes pusieron en aprietos a Piqué y Lenglet, que salvo el tanto, poca labor defensiva habían tenido en la primera mitad. El conjunto bermellón hizo efectivo su atrevimiento, del que ya había dejado destellos antes del descanso, tratando de correr al contraataque y desequilibrando la posesión culé, que se puso en duda en los segundos cuarenta y cinco minutos.

El Mallorca aprovechó el desgaste culé, pero Messi certificó la "manita" con su tercer gol

Y como suele pasar, la constancia tuvo su premio. En forma de su segundo gol, como en el primero por obra de Budimir, los de Vicente Moreno se contentaban de su visita al Camp Nou. Esta vez llegó en forma de cabezazo, en una jugada aislada en la que Marc André Ter Stegen no midió bien su salida. El ímpetu mallorquín, contrastado con la relajación más que evidente del Barcelona, se vió frustrado por otra aparición de Messi, que culminaba su hat-trick. El genio volvía a frotar la lámpara para finalizar de primeras una pared con su vecino, Luis Suárez, y establecer una incontestable "manita" culé en el marcador.