-La temporada 2017-18 fue una campaña en la que la afición blanquilla y la propia institución atravesaron todo tipo de sensaciones y estados de ánimo. El club afrontó la temporada mediante una profunda renovación tras la sufrida temporada 2016-17, en la que acabó logrando la salvación en la penúltima jornada frente al Girona. Llegaron futbolistas de la talla de Iñigo Eguaras, Cristian Álvarez, Aleix Febas o Borja Iglesias en busca de un cambio deportivo. El club apostaba por futbolistas jóvenes y con proyección, dirigidos por un entrenador experimentado como Natxo Gónzalez.

La primera vuelta no resultó ser como se esperaba. El equipo no alcanzaba los puestos altos de la tabla y no encontraba las sensaciones necesarias para ello. Lalo Arantegui llegó a conceder una rueda de prensa en la que reafirmó el papel de Natxo. El Zaragoza parecía no haber superado la temporada anterior, pero todo cambió. El equipo de Natxo González -o dd Lalo Arantegui, que fue el que realmente cogió las riendas- completó una segunda parte de la temporada casi perfecta con victorias ante rivales de nivel como Osasuna y Huesca. El equipo alcanzó los puestos de playoff quedándose a tan solo cuatro puntos del ascenso directo logrado por Rayo Vallecano y Huesca.

Idilio entre jugadores y afición

La Romareda fue una fiesta durante toda la segunda vuelta. El equipo necesitaba a su afición y viceversa. Prueba de ello fueron los grandes desplazamientos para acompañar al equipo y los recibimientos por parte de cientos, o incluso miles, de aficionados blanquillos en los días importantes. Futbolistas como Javi Ros, Borja Iglesias, Zapater o Guti se convirtieron en ídolos de la afición y en líderes para el equipo, a estos los acompañaban jugadores como CristianLasure o Jorge Pombo. Esto facilitó esta unión entre equipo y afición.

Buena parte del rendimiento deportivo se debió a el grupo formado por lo propios futbolistas, entre ellos se establecieron grandes amistades que luego se podían observar en el campo, como la amistad Jorge Pombo – Borja Iglesias, sumando 27 goles entre ambos. Además, parte fundamental de este equipo eran los futbolistas de la cantera ya que hasta siete futbolistas del primer equipo fueron formados en la ciudad deportiva blanquilla.

Lo que iba a ser pero no fue

El Real Zaragoza se clasificó para el playoff, en el se enfrentaría al Numancia. Tras un igualado partido de ida (1-1) en Los Pajaritos, sería La Romareda la que acogería el partido de vuelta. El club vio la oportunidad, la ciudad vio la oportunidad, era el año del ascenso. En ninguna cabeza existía la remota posibilidad de que el Real Zaragoza no volviese a ser de Primera División dos semanas más tarde. Toda la ciudad se movilizó, se llenó el estadio, tuvo lugar un recibimiento que equipo de Primera no han vivido (algunos incluso no lo vivirán), y toda la afición blanquilla empujaba en la misma dirección.

No pudo ser, el Real Zaragoza cayó eliminado tras el 1-2 soriano en el minuto 93. El Real Zaragoza seguiría en Segunda División un año más. Al final de partido, la afición lloró con Borja, se desgarró con Zapater y miró a la nada con Pombo. La afición sintió con el equipo y La Romareda volvió a llorar, pero no de alegría. Pero algo pasó, la hinchada no dejó de alentar al león, a esos jugadores que les habían hecho soñar con la opción de pelear ante los grandes, entre los que se encuentra el Zaragoza.

Esta temporada no resultó ser únicamente un año de cambio deportivo, sino que se trató de un cambio social. Este idilio permitió al club aumentar su masa social ya que mucha gente adquirió una visión real acerca de lo que significa ser del Real Zaragoza a partir de esa temporada. La hinchada se unió a su equipo más que nunca, el club formó la grada de animación ‘Gol de Pie’ y el número de abonados para las siguientes temporadas se disparó. El Real Zaragoza volvió a ser un equipo de Primera, solo que competía (y compite) en Segunda.

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