Agoniza y muere la que ha sido la segunda década más gloriosa de la historia reciente del Sevilla FC, que despide el decenio con tres nuevas coronas europeas -conseguidas de forma consecutiva- junto a otra Copa del Rey a sus espaldas y agigantando su leyenda a paso de crucero.  Tras el doblete de 2007 y avezarse a entrar en la UEFA Champions League, inmensas son las esperanzas depositadas en el Sevilla de 2009, comandado entonces por un Manolo Jiménez que tenía enfrente la constricción de hacer olvidar a Juande Ramos.

En ese mismo dos mil nueve los hispalenses no solo se aseguraron estar presentes en una novel edición del torneo con mayor esplendor del continente, sino que lo hicieron sin tener la obligación de jugar ronda previa alguna, posibilitado en gran parte por el tercer puesto que cosecharon con aquel gol de Perotti en la penúltima fecha ante el Deportivo.  Por si fuera poco, los sevillistas se convirtieron al año siguiente campeones de España tras hacerse con su quinta Copa del Rey ante el Atleti. Todo era de luz y color para los andaluces y tenía visos de que podía ir a más. Pero pasada la campaña 2010-11 se entró en un periodo de grisura que bien hacía rememorar al Sevilla de épocas funestas en las que reinaban el mal juego y por ende, también los malos resultados. Emery consiguió lo que ni Marcelino y tampoco Míchel pudieron, hacer ver la luz a una tropa que solo vivía de los éxitos del pasado. Las tres Europa League de 2014, 2015 y 2016 volvieron a aupar a la entidad de 1890 al estrellato español y europeo. Desde entonces hasta nuestros días, imperó la alternancia entre Champions y Europa League.

En esos años, muchos han sido los jugadores que han portado el pendón en el que figuran San Fernando, San Leandro y San Isidoro. Conocido es que hasta en las mejores familias hay siempre excepciones negativas y el Sevilla no es menos. Pero en este caso, a las puertas de otra década, conviene recordar a los once hombres que mejor han servido en las filas de Eduardo Dato.

Los once que consolidaron al Sevilla entre los grandes

La portería es de los pocos puestos de este histórico once que casi no tiene debate. Nació en Cervera (Valencia) y jugó en Villarreal y Valencia CF. Lógicamente se trata de Andrés Palop. El meta que se cubrió de gloria en los diez primeros años de siglos, acumuló 291 partidos de fiel servicio -158 desde 2009- y otra copa nacional. El héroe de Donestsk puso fin a su etapa sevillista en la 2012-13 para luego terminar de colgar los guantes con su periplo alemán en Leverkusen.

Indagando en la defensa es donde ya se pueden vislumbrar las primeras dificultades a la hora de seleccionar qué hombre es el más laureado . El lateral derecho puede sorprender, pero según lo visto desde enero de 2009 hasta la actualidad el escogido es el verdadero acreedor para ocupar ese puesto. Mariano Ferreira es uno de esos descubrimientos de Monchi que resultan increíbles a finales de temporada. Llegó a Sevilla en el caluroso verano de 2015 para aportar velocidad y verticalidad al sector diestro hispalense, pero sus primeros partidos con la casaca de Nervión no invitaron al optimismo. Todo hasta que dio con la tecla, la explosión de ‘Jogo Bonito’ fue repentina y gloriosa en la ciudad andaluza, que vio en Ferreira uno de los héroes de la quinta Europa League.

La línea de medios la componen nacionalidades vecinas a la española. Por un lado, el imperial capitán Daniel Carriço, quien hizo acto de presencia el año de la épica de Turín con paso firme junto a Pareja, llegando ambos a hacerse con la zaga casi en su totalidad, todo mediante garra y fiereza. De Cascaes hacemos el check-in y volamos hasta Beauvais para dar con el otro central, Clément Lenglet. Una vez más, Monchi buscó y encontró entre las piedras una perla que llegó a recordar al gran Julien Escudé. Después de 52 partidos, descolgó la llamada de Can Barça y vio recompensado su talento y su gran trabajo.

El siguiente hombre, perteneciente al lateral izquierdo, llegó en una época de transición y penuria futbolística en esa posición. Benoît Tremoulinas iba encaminado de agenciarse permanentemente el puesto, pero las lesiones y su irregularidad obligaron a actuar al ‘León’ de San Fernando, cuyo as en la manga tenía acento vallisoletano, Escudero. Después de brillar con luz propia en el Getafe, arriba a Sevilla un jugador que en su tardío debut -por su estado físico- hizo un gol digno de enseñar en las escuelas. Su coraje, su orgullo y su madera de capitán, todo plasmado en más de ciento cincuenta choques, son suficientes para otorgarle este lugar.

El centro del campo no ofrece dudas y posiblemente sea el que más calidad tenga de toda la historia del club. Iván Rakitic y Banega son dos hombres que han marcado una época. Jugadores que se visten por los pies y que deberían jugar con esmoquin en vez de con camiseta, pantalón y medias apenas quedan. El balón ha sido su batuta y han puesto el templo rojiblanco bocabajo en incontables ocasiones. El croata tuvo su cota de protagonismo en la época de sequía poniendo luz entre tanta oscuridad, llegando a conquistar una Europa League. Mientras, el argentino sucedió al balcánico para seguir ganando en Europa. ¿Qué hubiera sido del Sevilla si el destino les hubiera juntado?

Los extremos…ay los extremos. Las bandas son sevillismo, son cantera, son el kilómetro uno de la carretera de Utrera. Jesús Navas y José Antonio Reyes, el ‘Duende’ y el chico de la eterna sonrisa. Calidad, desborde y velocidad, todo eso en un mismo cóctel. Esa bebida ha dado tanto deleite que debería convertirse en elixir solo apto para deidades. Reyes fue ese hijo pródigo que volvió a casa hecho un hombre para levantar una copa con el club de sus amores, pero Navas es la ambición hecha carne que, pese a haber ganado casi todo, retorna a casa ataviado de gigante e instigado por un afán ganador que no se difumina ni habiendo vestido estos colores más veces que nadie.

Lo previsible en la delantera era colocar a Kanouté y a Luis Fabiano, pero hay que tener en cuenta que el maliense dejó el fútbol en 2012 y que ‘O Fabuloso’ se marchó de la ciudad de la Giralda en enero de 2011. Por lo tanto, si alguien se merece copar la parcela goleadora de este equipo en esta década por haber olido sangre tantas veces es Álvaro Negredo, el tiburón de Vallecas. Criticado en ocasiones por su falta de puntería, el que iba a ser jugador del Madrid en 2009 terminó haciendo la friolera de setentaiún tantos en Sevilla hasta 2013, cuando recibió la llamada del Manchester City junto a Navas. Gameiro es el último jugador que conforma esta alineación. Lo cierto es que está por encima de Carlos Bacca -otro mito hispalense- por el simple hecho de haberse alzado con tres coronas, superiores a las dos del cafetero. El galo supo aguardar su momento cuando tenía que competir con Aspas o Llorente. Ése llegó en su última temporada en Nervión cuando, antes de partir a la capital de España, se erigió como una pieza capital para Emery, siendo prácticamente el único que veía puerta.

Para concluir, el entrenador, que no puede ser otro que Unai Emery. El segundo mejor técnico del Sevilla -tras Juande- azuzó al equipo a ser el que una vez fue a base de estilo propio y sobre todo, de estoicismo. Y es que no solo ganó tres Europa League de manera sucesiva, también introdujo al Sevilla Champions sin haber ganado un choque lejos de Nervión. Por no hablar de que supo sacar lo mejor de un grupo de hombres que estaba decaído cuando lo cogió.