De locos. Si hay alguna expresión que pueda resumir la segunda semifinal de la Supercopa es esa. Un partido compuesto por diferentes partidos, donde los primeros minutos fueron igualados pero en seguida el Barça cogió las riendas del partido y no las soltaría hasta alrededor del minuto 70. Lo demás... es historia.

'Amessidora' azulgrana 

Se respiraba un ambiente impropio de un partido de fútbol donde los colchoneros eran abucheados y pitados y el equipo barcelonista era aclamado, como si de villanos y héroes tratara la cosa. Caso aparte cuando cogía el balón Messi, cánticos y jolgorios del respetable árabe simplemente por tocar el balón o dar un pase intrascendente, si de por sí se le tiene endiosado, allí es una deidad mayor que los propios jeques multimillonarios.

Elementos exógenos aparte, el F.C. Barcelona fue dueño y señor del primer tiempo, 'a grosso modo' una ocasión de Messi que salva Oblak y otra de Griezmann con mismo resultado. Por parte del Atleti lo único salvable es un libre directo de Herrera rechazado por Neto Murara.

0-0 al descanso y se percibía que el Atleti no estaba siguiendo el plan trazado por Simeone y a causa de esto llegaría el Barça en alguna con Messi y la mandaría a guardar. Pero, sorprendentemente, 18 segundos tardó Koke - entró en el descanso sustituyendo a Herrera - en poner el 0-1 en la segunda mitad. El Atlético de Madrid recordaba al de antaño.

Toda la segunda parte por delante y en frente un equipo que tenía a Messi en estado de gracia. Resultado: probable vacunación de Leo. Seguidamente, 1-1 tras una jugada embarullada y 2-1 tras pasividad de la defensa atlética al dejar controlar un balón al argentino dentro del área. Sin embargo, entró en escena un actor principal inesperado: el VAR. Anuló el 2-1 de Messi al orientar el balón con la mano y lo mismo ocurrió con el 3-1 de Piqué por fuera de juego de Arturo Vidal en el pase, si bien es verdad que entre ambas invalidaciones Antoine Griezmann puso el 2-1 de cabeza tras un testarazo de Súarez imposible para cualquier portero, pero no para Oblak.

Con esto se vivía un panorama insólito: el F.C. Barcelona estaba arrollando al Atleti, y sin embargo el resultado era 2-1. Un gol metía a los de Simeone en el partido y así se lo hacía ver a sus muchachos el técnico argentino, que veía cómo la retaguardia blaugrana era vulnerable y así fue. Carrera de Vitolo para que Neto le realice una entrada dentro del área, penal y gol: 2-2. Y ahí fue cuando el Atleti empezó a creer que era posible ganar un partido que anímicamente lo tenían perdido. Finalmente Morata filtra un pase a Correa para que este bata al portero brasileño y cerrase el marcador en 2-3. Apoteósico.

Koke, Vitolo...

Un equipo no se entiende sin un banquillo, lo mismo que un gran equipo no se entiende sin un gran banquillo. Así lo han hecho ver siempre los grandes entrenadores y ayer fue una muestra de ello. Koke fue el primero en entrar y marcó el gol que abrió la lata, por lo demás discreta presencia del madrileño, que se marchó lesionado. Vitolo fue el segundo cambio por Lodi, aportando desborde y vértigo al equipo cuando lo necesitaba y provocando el penalti del empate a dos.

...Y Marcos Llorente

Mención especial debe llevarse Marcos Llorente. Siempre en entredicho, en el eterno debate de por qué no ha sido titular con los entrenadores que ha tenido y restringido a mostrar su titularidad en los pocos minutos que gozaba. Marcos Llorente cambió el partido radicalmente, pese a que a los pocos segundos de entrar se ganara una tarjeta amarilla. Dotó de pulmones un medio del campo impreciso, recuperó el balón del tercer gol que selló la victoria y casi mete un gol antológico recorriéndose medio campo con el balón controlado y al que solo el antebrazo de Neto pudo parar. Siempre comprometido, siempre trabajador, famoso por su dieta 'troglodita'. Anoche Marcos Llorente fue un ejemplo para todos los chavales... y no tan chavales.

El Barça y las 'pájaras'

Ya es habitual esta temporada ver al Barça remontar partidos y acabar perdiéndolos o empatándolos en pocos minutos, y entre pitos y flautas Valverde está cada vez más fuera, con más gente en contra que a favor y en un entredicho inacabable. La verdad que esto no es algo anecdótico y puntual, parece más algo psicológico y endémico en la plantilla culé y, peor aún, irrefrenable.