Leo Messi vale oro. Puede marcar o no, pero el argentino, hace de su zurda una varita mágica que sacia por completo a su Barça. En el Benito Villamarín, donde "la pulga" ya ha hecho de las suyas en más de una ocasión, su pierna izquierda valió para dar tres agónicos puntos al Fútbol Club Barcelona, que sobrevivió a un partido loco y se resguarda en la segunda posición de la Liga Santander. No marcó "la pulga", pero en sintonía con su faceta de asistente que lleva asimilando durante toda la temporada, regaló tres pases de gol vitales para protegerse del incendio vivido en el estadio verdiblanco. Y es que, dos expulsiones, la polémica arbitral y una versión arrolladora de Nabil Fekir resultaron los condicionantes para que la jornada 23 del campeonato nacional brindara una batalla en todos los sentidos entre Betis y Barça, en la que con rasguños salió vencedor el conjunto de Quique Setién en el regreso del técnico santanderino a la que fue su casa.

El caos reina en el regreso de Setién

Entre la tranquilidad expresada a pesar de la derrota copera ante el Athletic de Bilbao, Quique Setién tenía en su vuelta al Benito Villamarín, la que fue su casa, la percepción de que hacía falta cambiar cosas respecto a lo visto a la Catedral. Al relevo obligado de Gerard Piqué, que saciaba el técnico con la zaga formada por Samuel Umtiti y Clement Lenglet, se sumaban dos cambios significativos para enfrentarse a su exequipo. Ambas modificaciones deparaban la banda zurda como principal protagonista, donde Jordi Alba, tras un renqueante partido en la Catedral, y Ansu Fati, eran relegados por el exbético Junior Firpo y Arturo Vidal. 

Son muchas las cosas que el técnico santanderino ha querido cambiar desde su llegada a Can Barça, pero hay ciertos automatismos a los que cuesta echar mano. El más sintomático, que el Barça lleva arrastrando toda la temporada es la solvencia más defensiva, problema que se agrava aún más si está ausente el estandarte culé Gerard Piqué. Ante el Betis, tanto Samuel Umtiti y Clement Lenglet volvieron a acusar la presencia del central, e hicieron pagar los platos rotos a Marc André Ter Stegen. El guardameta alemán, que lleva encajados 28 dianas en lo que va de temporada, vió venir una mala noche desde que Sánchez Martínez pitara el ruedo del balón, encontrándose pasados cuatro minutos con un penalti en contra por manos de Lenglet que aprovecharía Sergio Canales para adelantar a los de Rubi.

Si hay algo que pueda tapar los desbarajustes defensivos que arrastra el Barça, ese es un tal Leo Messi, que tan sólo debe agitar su varita mágica para sacar de apuros a los suyos. Nada más ver el adelanto bético, el argentino se puso manos a la obra y calculó un pase milimétrico para regalar el empate a Frenkie De Jong. Quizás en su versión más ajacien desde que viste la zamarra azulgrana, el holandés destapó el corcho en el minuto 8 y no paró de congeniar con el "10" hasta ser sustituido. Y es que a pesar de no tener su mejor curso de cara a puerta, Messi ha visto en De Jong su discípulo perfecto para recuperar ese juego de pies que tanto añoraba. Pero la fuente del Barcelona no deja de ser el argentino, y cuando no da señas de aparición, el equipo, pese a ciertas mejoras implementadas por Setién, se hunde.

Ante el Betis, Messi encontró su competencia en un eufórico Nabil Fekir, que guió al Betis a sorprender al Barça en la primera mitad. El francés se las ingenió para hacer vibrar a los suyos e inquietar constantemente a la debil defensa azulgrana, que de sus botas recibía el segundo tanto bético. Fekir bailó con el balón y lo movió adónde y como quiso, en una magnífica primera mitad que ensalzó a los de Rubi, pero frustró su actuación siendo expulsado en el segundo tiempo. A la vez que Fekir se internaba en el terreno culé, Leo hacía lo propio, pero con menos acierto, en el portal defendido por Joel Robles, que aguó la noche del rosarino. No vió puerta el crack azulgrana ante el solvente guardameta, que sí encontró en los centros del argentino la pesadilla de la noche. De la peor manera para el Betis terminaba una vibrante primera mitad, con Sergio Busquets rematando un centro, como no, de Leo Messi y poniendo las tablas en el marcador.

Despropósitos y victoria culé

Si no estaba caliente el partido antes del descanso, el paso por vestuarios sirvió para condimentarlo aún más. Subió la intensidad, que no era poca, y con ella los nervios de ambos equipos para tratar de hacerse con una necesaria victoria con el empate en el horizonte. Setién decidió  recomponer el once, dejando en el banquillo a Junior Firpo y dando entrada a Jordi Alba para revolucionar la banda zurda, en la que reinaba un apoteósico Nabil Fekir. El francés, como en el primer tiempo, le ganaba la partida a un Leo Messi que no lograba ver puerta a pesar de su insistencia hacia la meta de Joel Robles, que sin tapujos dejaba en nada los intentos de vaselina del argentino.

Pero Messi no quiere perder, y menos los duelos individuales, por lo que trazó la senda de la victoria a través del balón parado. De sus botas surgió el tercer gol azulgrana, con el sello de un bipolar Clement Lenglet. El francés, que como su compatriota Fekir sería expulsado tras el gol culé por una doble amarilla, limpiaba en cierto modo un dubitativo partido defensivo que terminaría ensuciando con una roja. Ya sin Fekir ni Lenglet sobre el terreno de juego y con el Benito Villamarín señalando insistentemente al árbitro del encuentro, Messi pudo tener en sus botas, como un año atrás, el desenlace del partido. No pitó el colegiado un más que clamoroso penalti sobre las botas del rosarino, e instaló el pánico en los minutos finales de un partido loco. El Betis trató de trazar la ruta hacia la épica sin su principal estandarte, Fekir, que había desdibujado por completo a la defensa culé, pero el intento quedó en nada dejando los tres puntos para el vigente campeón. Un campeón liguero, que a pesar de tratar de desenvolverse mejor sobre el verde, acusó una vez más las imprecisiones y despropósitos de una defensa que urge arreglar para llevarse unos tres puntos agónicos.