El conjunto verdiblanco solo ha logrado ganar un partido de nueve y ninguno de los últimos cinco. Tras el paso de las jornadas parece que el objetivo de la temporada se va alejando. Allá por el mes de agosto, tras las incorporaciones de Fekir, Borja Iglesias, Alex Moreno, etc., y la llegada del nuevo cuerpo técnico, tanto la entidad bética como su afición fijaron la clasificación para Europa como meta a lograr.

De mediocampo hacia adelante, el fútbol verdiblanco ha ganado versatilidad en las últimas semanas. Incluso, como ante el Mallorca, tiene momentos brillantes gracias al talento de gente como Fekir, Canales o Joaquín. Pero se trata de ser un equipo, de lograr en todas las líneas un sistema lo más fiable posible, y en eso el Betis es un desastre.

Defensivamente es una calamidad. Los desajustes, la falta de concentración y los errores puntuales se repiten todo el curso. Como no podía ser menos, ante el Mallorca salieron a relucir las carencias, hasta el punto de que un conjunto que sólo había sumado un punto como visitante, se marchó del Villamarín con tres goles en su casillero, el último, un regalo de Joel Robles.

Cinco partidos seguidos sin ganar son demasiados y casi han sepultado las opciones de soñar con Europa. Sobre todo, porque no se ve a Rubi capacitado para poner fin a la sangría: 40 goles encajados. Tras el empate con el Mallorca, el catalán fue tajante: "Lo que le duele al entrenador es que jugadas que se han entrenado se dejen de hacer y encima te cuesten gol."

A falta de 13 jornadas y 39 puntos por jugar, al Real Betis le llega un calendario complicado con las salidas a Mestalla y Sánchez Pizjuán más la visita del Real Madrid. Tres citas de máxima exigencia para buscar la reacción. Conscientes de ello, y muy enfadados por el camino sin rumbo de su equipo, los aficionados que acudieron al Villamarín pitaron en varias fases del partido a los suyos, corearon el recurrente "Directiva, dimisión" y, lo que es peor, se marcharon otro día más a casa decepcionados.