Los baches siempre son duros, y si no que le pregunten a la entidad blanquilla. Un club que contaba con el respaldo de toda su gente, que se hizo gigante un y otra vez, pero que acabó viendo cómo todo aquello se derrumbaba. Pero al fin y al cabo, los baches se acaban pasando. 

El zaragocismo comenzó a verse mermado con la llegada y la mala gestión de directivos como Agapito Iglesias, quien sumió a uno de los más grandes clubes de la península en la mediocridad y la vergüenza. Fueron años difíciles, nadie lo puede negar, pero la afición siempre ha estado ahí. Peinando la melena al león como si de un rey se tratase. El apoyo de los hinchas lo ha sido todo para el club, y poco a poco, el sentimiento zaragocista se va expandiendo más y más por toda la ciudad. “A ZARAGOZA LA DEFIENDE SU GENTE”. 

En los últimos años, la entidad del león se ha sentido como lo que es, un verdadero señor del fútbol español. Con cifras estratosféricas de abonados, llenazos de vez en cuando y recubiertos que ponen la piel de gallina a cualquiera. Y ahora digo yo: ¿Quién no va a querer ser del Real Zaragoza?

Una afición cada vez más jóven y entregada se ha instaurado en la ciudad del Ebro, y parece no tener ganas de marcharse. Niños y niñas cuyo único sentimiento de orgullo hacia su equipo son aquellas noches de gloria que sus abuelos y padres les cuentan al detalle.”¡Chuta Nayim y gol!”. Y que a pesar de ello, van a estar ahí -acompañados de todos los mayores- dejándose la garganta por ver al Real Zaragoza volver donde realmente merece.

Porque no hay nada más bonito que cantar y celebrar en la que es tu segunda casa, con tus segundo vecinos -a los que no conocías de nada- al mismo compás. Al compás del rugir del león.