Daniel Carriço tiene la suerte de haber vivido la mejor etapa de la historia reciente del Sevilla FC. Su nuevo destino, China, acoge a un jugador de esos que nunca destacan en un equipo, pero hacen historia. En tierra hispalense ha sido capaz de traer muchas alegrías, y el día de su marcha merecía una gran despedida. Su carrera en Sevilla es digna de recordar.

Llegar a Sevilla en tiempos revueltos

La temporada 2013/14 era la primera que Emery iba a empezar como entrenador sevillista. A lo largo de la temporada anterior, Míchel no llevó al equipo por el buen camino, y Unai Emery llegaba a Sevilla en enero para coger las riendas de un proyecto que merecía mejores resultados.

En su primer verano, el técnico vasco sufrió la marcha de jugadores muy importantes como Navas y Negredo. También quedaba un poco tocada la defensa sin el bosnio Spahic, quedando una defensa bastante floja con Fernando Navarro y Fazio como pareja de centrales de gala, y el mediocampo notaba la ausencia de Medel a la hora de defender. Mochi, en el verano de 2013, se fijó en un jugador de 24 años que recientemente había fichado por el Reading inglés. Era un mediocentro de estatura media, pero con grandes dotes defensivas. Quizá en Sevilla podía cuajar un tal Carriço.

El cedido abre paso y convence

Daniel Carriço llegaba, en un principio, en calidad de cedido. Ni un millón costó su cesión desde un Reading en el que apenas pudo debutar. Llegaba a un equipo que ni siquiera se clasificó para Europa League, pero que, por problemas económicos del Málaga y Rayo, entró a competir, y vaya si compitió.

Carriço en un partido de Europa League. Foto: sevillafc.es
Carriço en un partido de Europa League. Foto: sevillafc.es

Unai Emery apostó por el luso desde el primer día. Su primer partido fue frente al Titograd Podgorica, en la Fase Previa de la Europa League. Su andadura sevillista comenzaba en el que iba a ser su estadio durante seis temporadas más, y, en su primer partido, marcó un gol. Aunque de poco valía, tuvo gran importancia personal para el entonces centrocampista.

Las primeras jornadas de Liga dejaron al club nervionense un poco tocado. Un 2 – 2 en Valladolid y un 7 – 3 en el Bernabéu no ponían al equipo en buena situación. Emery, en aquel momento, se percató de las buenas aptitudes defensivas de Carriço. A pesar de no ser excesivamente alto (1,82 metros), tenía potencial físico, y su habilidad y calidad como centrocampista le permitían tener una buena salida de balón y un rol en el equipo que ninguno de los centrales sevillistas tenía. Su primer partido como central fue el derbi sevillano, acabado en 4 – 0, empezando así a levantar la cabeza un equipo que más tarde comenzaría una bonita historia.

La primera Europa League, el contrato merecido y los obstáculos

La temporada 2013/14 acabó con el Sevilla quinto en Liga y con la conocida guinda de la Europa League. Pocos se imaginaban que luego vendrían dos más. Carriço, tras su gran actuación, tenía asegurada una plaza para la siguiente temporada. A modo de ganga, solo tuvo que pagar un millón para hacerse por sus servicios.

A partir de ese momento, Carriço siguió rindiendo a un nivel espectacular, teniendo a la afición sevillista en todo momento con él. Estuvo incluso en sus momentos más difíciles. Las temporadas 2016/17 y 2017/18 fueron complicadas para el central luso. Las lesiones lastraron al que era un jugador de gran importancia en el Sevilla. Entre esas dos temporadas solo pudo jugar 21 partidos, y en ese tramo de tiempo, casualmente, el club hispalense no ganó ni un solo título.

Carriço peleando por el balón. Foto: sevillafc.es
Carriço en un partido frente al Atlético de Madrid. Foto: sevillafc.es

Ya en la temporada 2018/19 volvió Carriço a estar en plena forma, pero el Sevilla ya se encontraba en un momento convulso y desequilibrado. A día de hoy, desde aquel tricampeonato de la Europa League, no se ha vuelto a conseguir un solo título. Esta temporada, tras jugar 12 partidos, ha decidido cambiar de rumbo y entrar en lo que será el ocaso de su carrera futbolística.

Un portugués sevillista hasta la muerte

Seis años y medio después de su primer paso como sevillista, ha decidido poner punto y final a su etapa en la ciudad andaluza y poner rumbo a Wuhan (China). De por medio, quedan para el recuerdo incontables balones recuperados, multitud de jugadas empezadas en un pase de sus botas, muchos vítores en el Pizjuán, miles de abrazos con sus compañeros, muchísimo sacrificio, cientos de buenas tardes de fútbol, y, sobre todo, tres Europa League que pusieron al sevillismo en alto en todo el planeta.

El club andaluz le da la despedida agradecido con un “hasta siempre” al último tricampeón que quedaba en la plantilla: un jugador que lo ha dado todo por la camiseta, que proclama la vuelta de la unión a un club capaz de todo, y que, aunque no es sevillista de nacimiento, emocionado asegura que morirá como tal.