Hay finales inolvidables, partidos que se quedan grabados en la retina de los espectadores durante décadas y que sirven como referente para aquellos que ansían con llegar a la cúspide del fútbol mundial. Roma 2009 es una de ellas. Una final de Champions League que no pasó a la historia por su resultado, ni por sus goles, ni por sus protagonistas, sino por el hipnótico juego que desempeñó el equipo campeón, el FC Barcelona, a lo largo del torneo y la misma final.

El Barça tuvo que jugar una fase previa para disputar la Champions League 2008/09

El FC Barcelona se plantaba en Roma, Italia, un 27 de mayo de 2009 tras haber conquistado la Copa del Rey y la Liga BBVA; un doblete nacional que muchos firmarían tras varios años de sequía de títulos en 'Can Barça', pero el 'Dream Team' de Pep Guardiola no se conformaba con ello y quería el primer triplete de la historia del club. El reto era mayúsculo, destronar a todo un Manchester United que acudía a la cita como favorito y con el objetivo de reeditar el título de campeón cosechado en la temporada anterior. Hasta la fecha, nadie había conseguido ganar dos Champions League seguidas, y el United tenía en sus manos conseguirlo. Los 'Red Devils' habían cuajado una andadura perfecta en Champions League, en la que obtuvieron 6 victorias y 6 empates, habiendo logrado llegar hasta la final manteniendo la imbatibilidad. 

Por su parte, el Barça afrontaba el duelo tras haber cautivado a millones de espectadores en todo el mundo con su gran juego, pero faltaba el broche de oro para culminar una temporada casi inmaculada: ganar la primera Champions de Pep. Los azulgranas no lo tuvieron fácil en su andadura por Europa; en primer lugar, tuvieron que superar una fase previa ante el Wisla Cracovia (4-1) para disputar la propia Champions League, una eliminatoria en la que Pep sumó su primera derrota oficial como técnico del Barcelona. Los azulgranas acabaron clasificándose para la final de Roma 'in-extremis', superando al Chelsea con el famoso 'Iniestazo' de Stamford Briedge. En total, 7 victorias, 5 empates y dos derrotas en el camino de los culés hasta la final.

El Barça acudió a la final mermado por las bajas

Pep Guardiola afrontaba la final con una difícil papeleta, la de confeccionar una defensa de garantías para frenar a la temible pareja de ataque del Manchester United, formada por el inglés Wayne Rooney y el portugués Cristiano Ronaldo. Con las bajas de Rafa Marquéz por lesión y Abidal y Dani Alves por sanción (ambos fueron amonestados en Stamford Bridge en semifinales), Pep Guardiola decidió alinear a Carles Puyol en el lateral derecho, Piqué y Touré Yaya en el eje de la defensa, y un inédito Sylvinho en el lateral izquierdo, a pierna cambiada. El joven Sergio Busquets, que disputaba su primera temporada con el primer equipo, arrancaba la final como titular en el centro del campo, una apuesta arriesgada de Guardiola que acabó resultando fructífera.

Los primeros compases del partido fueron un auténtico diluvio de juego del Manchester United, que dominó el encuentro con una tranquilidad inaudita. Las llegadas del cuadro de Sir Alex Fergusson sobre el área de Víctor Valdés se repitieron en incontables ocasiones, dejando a un Barça incapaz de reaccionar y con un juego estéril, lejos del juego combinativo que caracterizaba al conjunto de Pep Guardiola. Sin embargo, el dominio inicial del Manchester United se desvaneció a los 10 minutos de juego, cuando Samuel Eto'o no perdonó en la primera aproximación de los azulgranas, que frenaron en seco la progresión del United. El delantero camerunés del FC Barcelona aprovechó una buena asistencia de Iniesta, recortó hacia dentro y superó a Van der Sar con un potente 'punterazo' (1-0).

El gol de Messi, el colofón perfecto

El FC Barcelona había sido capaz de anular a su rival, y por primera vez en el encuentro los azulgranas se empezaban a sentir cómodos sobre el césped del Stadio Olímpico de Roma y se veían capaces de desplegar su juego de toque. El Manchester United lo intentaba a la contra, con un Park Ji-Sung ya retirado que puso a prueba a Víctor Valdés. Más allá de la realidad, el Barça siguió dominando el encuentro tras la reanudación, hasta que en el minuto 70 el tiempo se detuvo y Leo Messi intervino para permitir al Barcelona entrar en los libros de historia de la UEFA Champions League. 

Xavi Hernández envió un balón perfecto al corazón del área del United, donde Messi voló y se suspendió en el aire para cabecear el centro y anotar el 2-0 definitivo. Posiblemente, uno de los goles más plásticos de la carrera de Leo Messi, un gol que valía una Champions League y que ponía punto y final a un partido difícil y trabajado de los azulgranas. Sin duda, una Champions que marcaría un antes y un después en la historia del barcelonismo, un partido que no destacó por su estética, pero si por haber marcado un punto de inflexión en la participación del Barcelona en la historia de la máxima competición europea. Aquel 2009 acabaría con sextete en 'Can Barça', el único en la historia del fútbol mundial.