Tal día como hoy se cumplen cuatro años de una de las noches más mágicas en la historia reciente del Santiago Bernabéu. Una noche de esas que han construido la historia del Real Madrid. Una de esas remontadas con las que el equipo blanco ha ido forjando su leyenda europea hasta convertirse en el rey del continente. Fue la primera vivencia mágica para una generación que no había experimentado jamás una sensación como la de ese día. Para los jóvenes, esas historias que sus padres y abuelos les contaban sobre remontadas imposibles y noches de épica y emoción en Chamartín eran precisamente eso, historias, cuentos que narraban gestas que parecían muy atrás en el tiempo.

Además esos 90 minutos significan mucho más. Un partido que marca el inicio de una época dorada. Un antes y un después en la historia reciente de un Real Madrid que empezaba a imponer su dominio con puño de hierro en su competición favorita.

Zidane había llegado en el invierno de esa misma temporada y en pocas semanas ya había conseguido recuperar ese aura de grandeza que se había perdido. La ‘feliZidane’ le llamaban algunos. El técnico francés ya había superado la primera eliminatoria europea de octavos de final venciendo a la Roma mostrando su clara superioridad. Además, poco antes de la visita a Alemania, se impusieron por 1-2 al Barcelona en el Camp Nou. La euforia era incontenible y el aficionado madridista volvía a sonreír los días de partido.

Sin embargo, llegaría un duro golpe. Quizás un exceso un de confianza o un simple mal partido hicieron que los blancos cayeran derrotados por 2-0 en el Volkswagen Arena. Lo peor no fue un resultado, ya de por sí malo, sino la pésima imagen que ofreció el equipo en el terreno de juego. Otra vez viejos fantasmas comenzaron a aparecerse por el entorno madridista. Pero en el banquillo estaba Zidane y la plantilla era inmejorable.

Ni siquiera había pasado un día y el ambiente de remontada ya comenzaba a crearse. Las lamentaciones se tornaron en esperanza y a medida que se acercaba el partido la hazaña se veía más posible. El recibimiento al autobús del equipo ya denotaba lo que estaba por ocurrir. Dentro, los jugadores se encaminaban al estadio con rostros serios y llenos de confianza para afrontar lo que el partido más importante del año.

Una vez comenzado el partido, apareció él. El mismo de siempre. Estaba destinado a escribir una de las páginas más brillantes en su ya de por sí dorada historia con el Real Madrid. Cristiano Ronaldo se echó el equipo a la espalda, cogió la bandera blanca y lideró a un equipo que lo secundó hasta llegar a victoria. Un hat trick que lo erigió en el gran héroe y lo alzó a la categoría de mito. Antes de llegar al minuto 20, los de Zidane ya habían empatado la eliminatoria. En el minuto 16, Cristiano remató un centro raso de Carvajal y en el 18’ con un cabezazo picado tras un córner superó a Benaglio. Lo más difícil ya estaba hecho. El Bernabéu rugía como en las grandes noches y quedaban por delante 70 minutos para conseguir un solo gol más.

Los jugadores madridistas celebrando el tercer gol de la remontada/ Foto: Real Madrid
Los jugadores madridistas celebrando el tercer gol de la remontada/ Foto: Real Madrid

No obstante, las cosas no fueron tan fáciles. Con el objetivo tan cerca llegaron los nervios y la tensión. Y cuanto más tiempo transcurría eso derivaba en errores y precipitaciones. El Madrid se fue arriba, a la desesperada y el equipo alemán replicaba con contragolpes peligrosos aprovechando los enormes espacios a la espalda de la defensa blanca. Pero ahí estaba el portugués. Cristiano no iba a dejar que nadie se interpusiera en su camino a la gloria. Tenía que terminar la tarea que él mismo había empezado. Así que, a falta de 14 minutos, cogió el balón con sus manos y se dispuso a lanzar una falta a la frontal del área. Buscando la colocación antes que la potencia, el esférico traspasó la barrera germana por un hueco inesperado. Cuando el balón tocó la red, la explosión de júbilo fue la de una afición que volvía a recuperar la ilusión y que había vivido en primera persona la historia de remontadas tantas veces narrada.

Lo de después, ya es historia. Tres Champions consecutivas y cuatro en cinco años. Cuatro años de la proeza que marcó el inicio de la época de oro.